El turno

Aniversario de una gran declaración

JOSEP-MARIA TERRICABRAS

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Hace cuatro semanas, en esta misma columna, anuncié la

reunión que el Comité de Traducción y Derechos Lingüísticos del Pen Internacional tenía que celebrar en Girona. En la reunión se acabó de pulir y se aprobó un manifiesto sobre derechos lingüísticos. Su redacción se ha acelerado precisamente para hacerla coincidir con un gran aniversario.

En efecto, el lunes, día 6, hizo exactamente 15 años de que se había aprobado en Barcelona laDeclaración Universal de Derechos Lingüísticos, con una gran participación de centros Pen, del Centre Internacional Escarré per a les Minories Ètniques i les Nacions (Ciemen), de organismos y grupos, con el espaldarazo de grandes personalidades de la ciencia y la cultura, y con el apoyo de la Unesco. Este es un documento que aborda, con decisión y precisión, los derechos que tienen tanto las lenguas como las comunidades y las personas que las hablan. Desgraciadamente, el proceso de degradación y de extinción de muchas lenguas parece imparable. En buena parte, porque ante todo tienen protección y estímulo las lenguas que tienen poderes e instituciones detrás para protegerlas. Pero existen muchas que se sostienen por la resistencia de sus hablantes -tanto si son millones, como miles o centenares-, y esto las convierte en especies de alto riesgo.

La declaración de hace 15 años tocaba los diferentes terrenos, los diferentes recursos, las diversas estrategias legales que habría que poner en marcha para conseguir que todas las lenguas fueran igualmente queridas y defendidas. Quince años después, se ha creído que la mejor manera de seguir difundiendo aquella declaración es la redacción de un nuevo manifiesto que proponga los puntos centrales de forma clara, contundente, fácil. Así es cómo ha nacido elManifest de Girona, que este verano será aprobado por la Asamblea General del Pen Internacional. No siempre es verdad que los organismos internacionales no sirven para nada.