Pequeños detalles
Dime que me amas aunque sea mentira
Alas primarias socialistas al Ayuntamiento de Barcelona les pasa como a las elecciones a la presidencia del Barça. Todo el mundo opina, pero solo unos cuantos votan. Son atractivas convocatorias que suscitan comentarios y posicionamientos públicos por parte de personas que no tienen posibilidad de intervenir. Y eso provoca un estado de ánimo general, un ambiente de sensaciones donde el olfato no tiene por qué coincidir con la decisión. Hay excepciones, por supuesto. Y encuestas que sirven más para inclinar que para determinar. Hay voluntades y tendencias, ayudas y zancadillas, interferencias y puñaladas que, se diga lo que se diga, no permitirán restañar las heridas. Y no porque haya que poner en duda el deseo de los contrincantes de que eso no suceda, sino porque no hay batalla sin víctimas y sí guerra sin cuartel.
Montserrat Turacuestiona ahora la neutralidad de la Federación Socialista de Barcelona, a la que no pertenece y en la que no podrá votar. Y dice sorprenderse porque esperaba que los compañeros deJordi Hereu no trabajasen a favor del actual alcalde. ¿Ingenuidad o treta electoral? Quizá nervios por percatarse de que la contienda no le resulta tan fácil como esperaba y que su contrincante, que tiene en su contra los sondeos de opinión sobre su reelección el 22 de mayo, puede no ser todavía un cadáver político para sus colegas más próximos. Cosa distinta es que así quieran verlo sus otros compañeros, ahora enemigos. Los de la cúpula del PSC que han dejado de apostar por él y se han aliado -sutilmente, por supuesto- con quien les augura mejores expectativas de voto municipal en la capital sin que signifique que les guste, les caiga bien o la quieran. Que los sentimientos son a la política lo que el agua al aceite. Ni se mezclan ni se pretende. Y malo cuando sucede, porque a la hora de la verdad o se abandona el amor o es la política la que te abandona. Instalados, pues, en la crueldad más insensible, ¿qué hace suponer que el combate no dejará maltrecho a nadie? Que no haya tradición, que no es poco, no quiere decir que los protagonistas dejasen de ser humanos si la hubiera. Que tampoco.
Allí donde las primarias forman parte del ritual, Estados Unidos, el cruce de acusaciones entre afines llega a ser tanto o más destructivo que en la definitiva cita presidencial. Escuché aBill Clintonen una emisora de Iowa durante los caucus derretir sobreBarack Obamala peor de las infamias. El juego equívoco sobre la negritud y la capacidad. Limitada, por supuesto. Eso no ha evitado que el actual presidente haya incorporado a su rival a su Gobierno ni que no haya utilizado al marido cuando le ha convenido. Pero de aquí a pensar que lo han olvidado media un abismo. El que aquí ha vuelto a surgir entre los socialistas de Barcelona y los de la calle de Nicaragua. Los contrapoderes son peligrosos cuando el buque va a la deriva. Y no porqueHereuhaya sido díscolo, que ni sabe, sino porque en los aprietos la fidelidad tampoco se premia. Es un buen chico, pero no ganará, argumentan. ¿Y ella? No es buena compañera, pero ¿quién sabe? Eso son las primarias. Ni más, ni menos.
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