Hereu, la hora de la verdad para el PSC

Jordi Hereu compareció ayer en Primera Plan@, el foro de opinión que auspicia este diario, para dictar una conferencia titulada Barcelona, a la hora de la verdad. Pero, bajo la apariencia de un alegato en defensa del modelo de ciudad edificado por el socialismo, lo que hizo el alcalde fue reivindicar su figura ante la cúpula del PSC, que mantiene un espeso silencio en torno a quién debe encabezar la candidatura de Barcelona. Al advertir de que no esperará «de brazos cruzados» a que Montilla lo confirme como alcaldable, Hereu dejó patente el pulso que mantiene con la actual dirección de los socialistas catalanes.

El título de la conferencia muda, pues, de sentido. En Barcelona, es el PSC el que afronta la hora de la verdad: o avala a Hereu como candidato o, promocionando a otro aspirante, le echa un pulso a la federación barcelonesa, a riesgo de perderlo. El dilema es claro; el tiempo apremia.

Sucede que ante esta disyuntiva los socialistas catalanes adolecen de la misma indecisión exhibida al frente de la Generalitat, de funestos efectos en las urnas. El pasado año, cuando los sondeos lanzaron las primeras señales de alarma, el PSC pudo haber preparado un relevo tranquilo y pacífico, pactado con el alcalde. Se optó, en cambio, por demorar la decisión, del mismo modo que el president apuró tanto los plazos para convocar las elecciones que ahora, a un mes de la designación de candidatos y a cinco de la cita electoral, al PSC no le queda tiempo (ni poder de convicción tras la debacle, todo sea dicho) para imponer una alternativa a Hereu, si es que la tuviera.

Con sus errores (la tardía respuesta a la degradación de Ciutat Vella y la suicida consulta sobre la Diagonal) y sus aciertos (una gestión eficaz y unas arcas saneadas para afrontar la crisis mejor que otros), Hereu es a día de hoy, pese a las encuestas adversas, la opción más plausible de que dispone el PSC para salvaguardar el feudo barcelonés (y, de paso, la preciada diputación) del vendaval convergente desatado el 28-N.

Urge, pues, que el partido lo ratifique como candidato y lo apoye sin matices. De nada le habrá servido al PSC aplazar el congreso hasta otoño si al final lo afronta con otra derrota en su ya abultado debe. Llega, en efecto, la hora de la verdad.