Dos miradas

Besos sin alma

JOSEP MARIA FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Soy un adicto a los bombones de la marca Perugina, los famosos Baci, que se venden en bolsas de color azul cielo y que van envueltos desde hace siglos con un papel de plata con estrellas. Ahora ya los hay en todas partes, pero antes había que ir a comprarlos a Italia. Era el regalo más recurrente (y creo que todavía lo es) para quien, en el aeropuerto, sufría por no haber adquirido a tiempo un suvenir para la familia. Con unos Baci quedabas la mar de bien. Por dos razones: eran (y son) buenísimos, con una capa de chocolate que se deshace en la boca y un alma de avellana subyugante. La segunda razón también estaba en su interior: un alma poética. En un papel satinado podías leer un fragmento deLeopardi,deSabao delDante.Alimentabas la carne y el espíritu. Y a pesar de aumentar de peso, te relajaba saber que también engrosabas el poso cultural.

Hablo en pasado, porque esas citas ya no acompañan a los Baci. Tienen el gusto de siempre, y aún hay un papel satinado que los envuelve, pero ahora los escritos son anónimos y de un nivel digno dePaulo Coelho:«Si te espantan las nubes, nunca realizarás el viaje». O: «No existe mayor alegría que aquella que compartes con quien amas». O: «Encuentra la felicidad en las cosas pequeñas». No vomito porque todavía quiero con un desesperado dolor a esos calóricos pezones (tienen su forma) de Perugia. Pero poco falta. Los besos italianos ya no son lo que eran.