Vino de mi cosecha
De Castells y carteles
Josep Maria Fonalleras
Escritor
JOSEP M. FONALLERAS
Se agradece que el PSC apueste también por el sentido del humor y la creatividad. Con un poco de suerte, esta campaña, que se preveía gris y muy crispada, nos puede proporcionar suficientes elementos de diversión. Cuando la batalla se aproxime un poco más habrá momentos tensos y desagradables, descalificaciones y mordiscos en la yugular, pero al menos tendremos variedad de registros gráficos, que ya es mucho. Hablamos de carteles, pues, y no deCastells, que es toda otra historia, liada y de consecuencias aún imprevisibles. ¿Existe realmente un alma catalanista en el PSC? ¿Qué significa «una decisión personal»? ¿Lo son todas? ¿Y las críticas rotundas aChacóny a la sumisión del PSC al PSOE?¿Castells clama por un catalanismo sin complejos, con una vía federal aún posible, o solo lanza señales de auxilio? ¿Piensa abandonar el barco ahora que se percibe claramente la ola que le hará naufragar? ¿Cómo se vive en el mar en una desprotegida lancha de primeros auxilios? No está claro queCastellslanzara una andanada. Este sustantivo describe la descarga de toda la artillería o una reprensión dura y severa. ¿Es esta toda la artillería que puede soltar ahora elconseller? ¿Guarda más proyectiles? ¿Es realmente una reprensión o se trata más bien de un airado aviso para navegantes? En cualquier caso, tiempo tendremos de ver cómo evoluciona. Fijémonos ahora en los carteles.
Geroglíficos y alambiques
Hace ya tiempo que CiU puso en marcha la campaña del Smile. La clave es esa famosa sonrisahippyque adopta varias formas y que recalca la voluntad positiva de la propuesta de cambio. En su momento tuvo un aire renovador y simpático, quizá un poco naïf. Pero le conviene una mano de pintura: los carteles están un poco descoloridos. Ahora es el PSC quien huye del aburrimiento de la propaganda convencional y convoca a varios diseñadores jóvenes para ilustrar el lema «Sigo creyendo», un credo renovado en la ciega fe socialista.
Será una lástima, pero me temo que la mayoría de estas creaciones no llegarán a la calle. La que aboga por creer «que hay que considerar terroristas a los poderes financieros», por ejemplo. O la que juega con las fonéticas catalana y andaluza para convertir ellladeMontillaen unyaque incluye también la inmediatez: «¡Monti-ja!» O la que imita el logo de la tarjeta de crédito Mastercard sustituyendo las monedas por una pera amarilla y una manzana roja. La intersercción de las frutas crea un nuevo conjunto en forma desenyera, que no se sabe si es una llamada a la convivencia entre comunidades o una promoción del departamento de Agricultura.
Pero lo mejor de estos carteles es el mensaje subliminal que encierran. En uno se dice creer en los jeroglíficos, y lo demuestra con el resumen conceptual de una esfera terrestre, unat y una isla (desierta, para ser más exactos). Es decir:món+t+illa.Hay otro que es como un tatuaje pop con una alambicada combinación de estructuras laberínticas. Y hay otro que habla de ideas rojas (en color azul), días azules (en color verde), sueños amarillos (en color naranja) y un mundo verde escrito en rojo.
Un lío. El último, que habla de libertad, son dos dedos índice señalando caminos opuestos. O sea, el PSC es, en este momento, un jeroglífico escrito en un lenguaje que confunde, una máquina que no sabemos qué licor destila y un lío entre lo que vemos y lo que dicen. La mejor metáfora la han dibujado ellos mismos.
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