Las repercusiones de una crisis social

La aluminosis del Turó, 20 años después

La ITV de los edificios, que debía haber entrado en vigor en 1997, aún no ha sido aprobada

La aluminosis del Turó, 20 años después_MEDIA_3

La aluminosis del Turó, 20 años después_MEDIA_3

JOAN RAMON Rosell

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Pronto se cumplirán 20 años del trágico hundimiento de un techo en un edificio en el Turó de la Peira de Barcelona. Aquel suceso desencadenó una gran alarma social en torno al estado del parque edificado, que poco a poco fue apaciguándose con medidas políticas y técnicas que han permitido alcanzar un buen conocimiento de los edificios, de su estado, de sus carencias y de la forma de corregirlas.

Pocos podíamos imaginar que el accidente de la noche del domingo 11 de noviembre de 1990, en el que murió una mujer, tendría las consecuencias que tuvo. Unas viguetas del ático del edificio cedieron y el colapso en cadena llegó hasta la planta baja. Tuvo una gran repercusión mediática y abrió el paso a un fenómeno que acabaría llamándose aluminosis.

EL HECHO es que las viguetas de los techos del edificio, así como buena parte de las de aquel barrio y las de otros muchos de Catalunya y España construidos en los 50 y 60, estaban fabricadas con cemento aluminoso.

En un momento de gran euforia metropolitana y a menos de dos años de los Juegos Olímpicos, los barrios populares construidos con prisas durante el periodo del desarrollismo, al parecer, eran una ruina. La importancia social del tema apareció en todos los medios de comunicación, y se desató la alarma social.

Por otro lado, las asociaciones de vecinos se posicionaron y se movilizaron, los políticos comprendieron la magnitud del tema y se emplearon en dar respuestas urgentes a la demanda social, y los técnicos se pusieron del lado de unos y otros para ofrecer el apoyo necesario para hacer frente a una crisis de aquellas dimensiones.

Semánticamente, la palabra aluminosis tiene su origen en la patología que presentan las viguetas fabricadas con cemento aluminoso, que con una buena dosis de humedad puede llevar a la corrosión del armado interior y, en determinados casos muy extremos, a colapsos parciales de techos.

Ahora bien, la aluminosis fue mucho más que eso. Fue una reivindicación de un sector de la sociedad que había ayudado a construir el progreso económico de Catalunya y que se sentía menospreciado y preocupado por unas casas que había imaginado «para siempre» y que, por lo visto, habían caducado. Es en ese contexto en el que tenemos que entender el fenómeno de la aluminosis y no como la lacra que ahora ha quedado para todos los edificios en cuya estructura se detecta la presencia de cemento aluminoso. Hoy, 20 años después, podemos afirmar que, de los edificios en que se hicieron reparaciones estructurales tras la crisis, menos de la mitad tenían cemento aluminoso en sus estructuras, y los problemas que todos presentaban estaban más relacionados con una falta de cuidado a lo largo de muchos años, una baja calidad constructiva, unas humedades nunca reparadas y múltiples factores que poco tienen que ver con el cemento.

Lo que resulta importante destacar, y seguramente habría que recuperar, es la diligencia con que se trabajó, tanto en las medidas de urgencia como en las de medio plazo, y la complicidad a la que llegaron todos los agentes, vecinos, técnicos y políticos. Algunas cosas debieron hacerse mal, pero la sensación generalizada de los que estuvimos ahí es de gran esfuerzo y de trabajo bien hecho. La acción alrededor de aquel proceso duró unos 10 años. Después de las primeras acciones de urgencia con multitud de inspecciones, de unas tareas de investigación para poder diagnosticar con mayor rapidez y fiabilidad, y de llevar a cabo una primera estimación de los edificios afectados por patologías estructurales en Catalunya, se pasó a una etapa más sosegada y consistente, con la creación del Centre Tècnic i de Cooperació per a la Rehabilitació d'Habitatges (CTR).

El CTR se convirtió en una plataforma en la que políticos, técnicos y ciudadanos tenían la palabra y marcaban el camino. Fue durante ese periodo cuando se afinaron sistemas constructivos de fácil aplicación para las reparaciones, se definieron protocolos de inspección y de intervención, se formó a los profesionales, se vehicularon las ayudas, se lanzaron campañas de sensibilización ciudadana...

HOY, todo eso ha caído en el olvido. La aluminosis es, injustificadamente desde el punto de vista técnico, una espada de Damocles sobre los edificios que fueron construidos con aquel cemento, y toda la pedagogía social y política generada hace 15 o 20 años se ha esfumado. Incluso muchas medidas preventivas que en aquel momento se legislaron para evitar encontrarnos de nuevo en una situación similar, han sido olvidadas. La ITV de los edificios debía entrar en vigor en Catalunya antes de 1997 y ahora se anuncia su aprobación para pasado el verano.

La rehabilitación y el mantenimiento del parque edificado son el futuro. Aprovechemos la actual crisis del ladrillo para trabajar juntos con rigor y eficacia. La calidad de vida de los ciudadanos, los recursos económicos limitados y el cambio climático exigen medidas urgentes. ¡Adelante!

*Profesor del Departamento de Construcciones Arquitectónicas de la UPC. Firma también el artículo Xavier Casanovas, del mismo departamento.