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'Flors carnívores', tres brujas que comen ensalada

'Flors carnívores' es un soplo de aire fresco, un retrato de tres chicas que, entre juegos y excesos, solo buscan su camino. Heterodoxo y escalofriante, pero propio

Flors carnívores

Flors carnívores / periodico

Aida Pallarès

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"Obviamente, doctor, usted nunca ha sido una chica de 13 años", contestaba Cecilia Lisbon al médico que le salva la vida tras su primer intento de suicidio. Esta chica, a la que tanto recordarán 20 años después, es una de las protagonistas de 'Las vírgenes suicidas', el fantástico libro de Jeffrey Eugenides que, poco después, Sofia Coppola convirtió en una de las películas que mejor retratan el mundo adolescente. 

A diferencia de muchos productores de Hollywood -que hasta principios del 2000 optaban por retratos de la adolescencia masculina-, Anna Maria Ricart sí que ha sido una chica de 13 años. Una experiencia que quizá ha utilizado a la hora de crear y dar vida a sus 'Flors carnívores'.

Tres chicas que juegan, que sueñan, que quieren dibujar su propio camino. Es viernes por la noche, han quedado en un sótano destartalado y no paran de imaginar. ¿Qué flor serías? ¿Qué instrumento? ¿Y animal? "No seremos aquello que tenemos que ser", repiten una y otra vez. "No seremos aquello que tenemos que ser". Amén. 

Como si se tratase de la versión 'teen' de 'Macbeth'

Desde nuestra posición, más de 'voyeur' que de espectador, asistimos al inicio de un inquietante juego. Las tres chicas han quedado para cenar, pero en la mesa solo hay dos platos, dos sillas. Dos platos con ensalada a pesar de que juegan a ser chicos y, como bien dice el tópico, los chicos comen carne, las chicas, ensalada verde.

Hablan en futuro, en condicional. Y beben vino como si estuvieran a punto de protagonizar un ritual. Como si se tratase de la versión 'teen' de las brujas de 'Macbeth'. De golpe, la sorpresa: la puerta está cerrada. Y crece la intensidad de un texto que, a pesar de que nunca deja de desconcertar, te va atrapando como una telaraña. 

'Flors carnívores' es una de las primeras obras de Anna Maria Ricart, autora que conocemos, sobre todo, por la magnífica 'Barbes de balena' y sus adaptaciones de 'Jane Eyre' o 'Fuenteovejuna'. Estamos delante, por lo tanto, de un texto que nos permite conocer, un poco más, a una de las dramaturgas más representadas de la cartelera actual. Con sus virtudes y sus excesos.

Terror invisible pero real

Un texto que ya se pudo ver allá por el 2013 con otras actrices pero con el mismo director, Marc Chornet. El nuevo director artístico del Escenari Brossa -teatro donde puede verse el montaje- dota la historia de Ricart de un terror invisible pero real. Una atmósfera inquietante y subyugante en la que las tres jóvenes actrices brillan por su fragilidad y convicción.

'Las vírgenes suicidas' marcó el inicio de una serie de películas que retrataban, con más o menos acierto, la adolescencia femenina. Dijimos adiós al Mercury Coupé de 'Rebelde sin causa' y abrimos la puerta al teléfono hamburguesa de 'Juno'. En una cartelera donde los adolescentes son, generalmente, relegados a un tipo de teatro, 'Flors carnívores' es un soplo de aire fresco. Un retrato de tres chicas que, entre juegos y excesos, solo buscan su camino. Heterodoxo y escalofriante, pero propio. Tres brujas rebeldes pero con causa.