CINE
'An elephant sitting still': una apabullante nota de despedida
Dura cuatro horas, pero incluye tantas complicaciones sentimentales como para una temporada televisiva. Es una magnífica mirada a los olvidados por la sociedad china. Su director, Hu Bo,se suicidó poco después de completarla
Hay cuatro muertes en el curso de esta película que, además, empieza y acaba con un suicidio. Y, por tanto, al verla es imposible no pensar en las trágicas circunstancias de su director, Hu Bo, que se quitó a la vida con solo 29 años poco después de completarla. Sus 230 minutos de metraje componen un retrato del sufrimiento humano tan lleno de compasión, y tan íntimo y épico a la vez, que no hay modo de calcular la pérdida que esa tragedia supone para el mundo del cine. En cualquier caso, resulta dolorosamente fácil entender por qué alguien que tenía tal visión del mundo decidió dejar de habitarlo.
'An elephant sitting still' transcurre a lo largo de 24 horas en una localidad del norte de China en su día dedicada a la minería; un lugar en el que no hay empleos, ni perspectivas de futuro, ni infraestructura. Las instituciones públicas son corruptas. Las calles son junglas de desperdicio y decadencia, y el crimen está normalizado. La gente es cruel y egoísta, y proclive al empleo de la violencia física ya sea contra desconocidos o contra los más allegados. La vida tiene color de ceniza de cigarrillo.
Una tabla de salvación
Hu sitúa a cuatro personajes principales sumidos en sendas formas de miseria para quienes la leyenda de un elefante de circo que permanece sentado en el suelo, impasible frente a las burlas y los abusos de los que es objeto, se convertirá en algo parecido a una tabla de salvación; una tierra prometida a la que peregrinar y en la que ser capaces de inmunizarse frente al entorno.
'An elephant sitting still' dura cuatro horas, pero nadie debería dejarse intimidar por eso. Por un lado, porque en ellas no hay un solo momento aburrido: incluyen suficientes complicaciones sentimentales, accidentes desafortunados y ataques provocados como para llenar toda una temporada televisiva. Por otro, porque el viaje emocional que propone requiere tiempo. Hu convierte las luchas de sus personajes en un elogio de la resiliencia y la fortaleza de quienes han sido abandonados por la sociedad china, dotado de imágenes deslumbrantes y de notables dosis de humor, aunque un humor tan amargo que entra mejor con un sorbo de whisky.
Eso no significa que rescate a esas cuatro almas en pena de sus propios fracasos; los obliga a que dejen de relamerse las heridas, sí, pero no es tan ilusorio como para darles esperanza. "Da igual adónde vayas, porque no encontrarás nada distinto", asegura uno de los personajes de esta obra maestra, y al parecer eso es algo en lo que su creador estaba de acuerdo.
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