Crítica

Dudamel reinventa el ‘Fidelio’ de Beethoven en un Liceu lleno hasta la bandera

El director venezolano lleva al Gran Teatre una versión inclusiva con actores sordos y lenguaje de signos de la única ópera del genio de Bonn

Tamara Wilson (de blanco) junto a la actriz sorda Amelia Hensley, ambas intérpretes del papel de Leonore.

Tamara Wilson (de blanco) junto a la actriz sorda Amelia Hensley, ambas intérpretes del papel de Leonore. / David Ruano

Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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La tarde del domingo los liceístas pudieron disfrutar de un espectáculo lírico diferente. En colaboración con la Filarmónica de Los Ángeles, el Deaf West Theatre de LA y el Coro de Manos Blancas de El Sistema de Venezuela, el Gran Teatre acogió un 'Fidelio' adaptado para público con discapacidad auditiva. La única ópera concebida por Beethoven y estrenada en 1805 contó con la lectura del mediático director Gustavo Dudamel, uno de los fichajes estrella de Víctor García de Gomar, actual director artístico del coliseo. El maestro venezolano, cuyo nombre funciona de maravilla en taquilla -las dos audiciones de este 'Fidelio' casi se agotaron, y con precios de hasta 299 euros-, ha encontrado en Barcelona una plaza para debutar óperas y pasear proyectos tan interesantes como este, con espíritu de inclusión social.

Con una atenta Filarmónica de Los Ángeles en el foso, en esta aventura estrenada en la ciudad californiana en 2022 se unió al Coro de Manos Blancas que dirige María Inmaculada Velásquez, el Cor de Cambra del Palau de la Música liderado por Xavier Puig y el Cor del del Liceu que prepara Pablo Assante; parte del equipo participó en la reposición del proyecto el 16 y 17 de mayo en el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles, reino de Dudamel. El montaje, con algo de atrezo y una sencilla escenografía que no mira a Sevilla, lugar de la acción, contó con la dirección de escena de Alberto Arvelo, vestuario de Solange Mendoza e iluminación de Tyler Glover y Tyler Lambert-Perkins, créditos a los que se sumó la coreógrafa de lengua de signos Colin Analco, ya que la obra incorporaba esta técnica en todas sus escenas y que pudieron leer unas 50 personas con problemas de audición.

Espectacular magia

El drama de Beethoven (que sufrió sordera profunda) aguantó bien la propuesta que dobla a los personajes: cada cantante estaba acompañado de una actriz/actor sordo que tenía a su cargo los recitativos –servidos únicamente en signos y sobretítulos– y que reproducía el libreto actuando y en su lengua con gran expresividad, sin menoscabar la interpretación musical. Dudamel apostó por cargar tintas, por acentuar contrastes y por un sonido tan transparente como extrovertido, según lo que requiriera cada escena; espectacular la magia conseguida en el cuarteto 'Mir ist so wunderbar' del mozartiano primer acto.

La Leonore de la soprano Tamara Wilson convenció con su timbre hermoso, una técnica férrea y un amplio dominio del papel (la doblaba la actriz Amelia Hensley), mientras que el Florestan del tenor Andrew Staples (papel también a cargo del actor Daniel Durant) se mostraba algo inestable en su inmensa aria 'Gott! Welch' Dunkel hier!', piedra angular del Romanticismo. En el solvente reparto destacaron a nivel vocal el timbrado Rocco de James Rutherford, la espléndida Marzelline de Gabriella Reyes, el sonoro Don Pizarro de Shenyang, el Jacquino de David Portillo y el Don Fernando de Patrick Blackwell.

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