Crítica

El Festival Life Victoria estrena el Mirador Torre Glòries como escenario musical

El certamen de ‘Lied’ propuso un edificante recital a cargo de la mezzo Marina Viotti junto al guitarrista Gabriel Bianco

Marina Viotti y Gabriel Bianco

Marina Viotti y Gabriel Bianco / Xavi Elias

Pablo Meléndez-Haddad

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El Festival de 'Lied' Life Victoria que organiza la Fundació Victoria de los Ángeles estrenó el Mirador Torre Glòries como nuevo escenario para la música, un enclave en el que la ciudad sirve de escenografía incluso bajo lluvia torrencial. Lo hizo de la mano de una voz en pleno ascenso, la mezzosoprano Marina Viotti, quien, acompañada del guitarrista Gabriel Bianco, propuso un programa de canción de salón incluyendo un guiño a la música popular.

La velada, más allá de su interés netamente artístico, confirmó que el Mirador Torre Glòries es un espacio apto para un concierto de este tipo, de formato íntimo, ya que el tamaño es el justo y la acústica sorprendente teniendo en cuenta los materiales, tanto en lo que se refiere a la proyección del sonido como a su calidad; a priori, podría tratarse de un ámbito seco y con excesiva reverberación, pero al parecer se produce un fenómeno similar al de la sala grande del Palau, en el que también priman materiales como el vidrio y el metal que ayudan a definir un sonido brillante tanto para la voz como para la guitarra. Otro asunto sería si se tratase de piano o de un grupo de cuerdas o de vientos. Con un aforo de 84 plazas, el público, ubicado en torno a los intérpretes, no siempre tuvo una visión ideal del escenario, añorándose una tarima para los intérpretes. La prueba, en todo caso, puede considerarse como superada: Barcelona ha ganado un nuevo escenario privilegiado y singular para la música con vistas impresionantes.

El menú musical comportaba un homenaje a esa faceta entrañable con la que Victoria de los Ángeles ponía un toque espontáneo en sus recitales: al acabar el programa y superada la tanda de propinas, a veces aparecía en escena armada de su guitarra acompañándose ella misma, deleitando al público regalando temas populares como sus emocionantes 'Clavelitos'. En ello fue una pionera, al igual que en tantos otros aspectos, incluyendo su amplitud de miras en cuanto a repertorio.

La propuesta del recital con el que Marina Viotti se reencontraba con el público barcelonés tenía dos grandes atractivos, superados con nota: cuatro canciones de Gabriel Fauré y las fantásticas 'Siete canciones populares españolas' de Manuel de Falla, que funcionaron muy bien con guitarra en transcripciones del propio Gabriel Bianco. La complicidad entre ambos fue total; Viotti dominó tanto la dicción francesa como la castellana, además de impregnar su interpretación de sensibilidad y buen gusto en el fraseo. En el grupo de Fauré emocionó con la sutileza de 'Après un rêve' y, sobre todo, con la expresividad con la que empapó la 'Chanson d’amour'. Junto a un Bianchi virtuoso, Viotti expuso lo mejor de sus medios técnicos y dramáticos en la contrastada versión del ciclo de Falla, con poderío y teatralidad.

También se ofreció, entre otras, una pieza de Massenet, salpimentando con 'Nantes' de Barbara, un bolero del panameño Carlos Eleta Almarán (junto a la soprano Serena Sáenz) y 'Dos gardenias' de Antonio Machín, así como una melancólica versión de 'La chanson des vieux amants', del inmortal Jacques Brel. El programa se ha editado en CD.

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