Sant Jordi 2024

David Walliams, pregonero de Sant Jordi: "¡No hay nada de malo en ser un bicho raro!"

“Los libros infantiles son más imaginativos porque los niños viven en un mundo entre la realidad y la magia”, reflexiona el apodado 'Roald Dahl del siglo XXI'

El autor de literatura infantil y pregonero de Sant Jordi 2024, David Walliams.

El autor de literatura infantil y pregonero de Sant Jordi 2024, David Walliams. / Daniel Gonzalez

Leticia Blanco

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Por primera vez en la historia, el pregonero de Sant Jordi será este año un autor de libros para niños: el inglés David Walliams, un auténtico fenómeno de la literatura infantil y juvenil, con cifras astronómicas por las que cualquier escritor de literatura para adultos daría su riñón: más de 56 millones de libros vendidos en todo el mundo y mucho éxito también en España, donde sus 20 títulos publicados hasta la fecha en Penguin suman 850.000 ejemplares desde que empezó a traducirse en 2013. Con títulos tan gamberros como 'La increíble historia de... los bocadillos de rata', 'Los peores niños del mundo' o 'La abuela gángster', a Walliams se le considera algo así como 'el Roald Dahl del siglo XXI'.

Ex guionista y protagonista de otro fenómeno (televisivo), la descacharrante serie ‘Little Britain’ y habitual jurado en 'Britain’s Got Talent', Walliams confiesa que no está muy acostumbrado a dar discursos y se siente algo “asustado” ante su cita de este lunes en el Born Centre Cultural. “¡Espero no ser el primer y último escritor de literatura infantil que tiene semejante honor!”, bromea. “No es el tipo de cosas que hago habitualmente, lo que a mi me gusta es entretener, hacer reír a los demás. Pero en cuanto me puse a escribir el pregón me di cuenta de que quizá sí tenía un par de cosas interesantes que decir”, afirma.

Walliams, ya lo ven, lleva con una mezcla de humildad y sentido del humor el histórico ninguneo al que se ha sometido a la literatura infantil, un género al que no se presta tanta atención o respeto porque, se supone, no habla de asuntos serios. “Bueno, en Inglaterra tenemos el Booker, y también existe el Nobel, pero no, los autores infantiles no solemos ganar esos premios”, bromea el escritor, que defiende que entre las mejores obras de la literatura inglesa están Harry Potter, ‘El Hobbit’, ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ o ‘Alicia en el País de las Maravillas’. 

"Escribir para niños es todo un arte"

“Los libros infantiles generalmente son más imaginativos porque los niños viven en un mundo entre la realidad y la magia”, reflexiona. “Si tienes una idea compleja, a veces es más difícil expresarla de una manera simple que muy sofisticada. Escribir para niños es todo un arte”, defiende. “Lo que pasa con los libros para niños es que son importantes para los niños. Y supongo que para los padres de esos niños, claro. Pero las reseñas están escritas por adultos y eso lo complica todo”, sostiene. 

El objetivo número uno de Walliams es llegar a lo que él llama “lectores reacios”, el clásico niño que tras aprender a leer y un primer contacto con los libros los aparca porque los encuentra aburridos. “Me gusta lo que hago. Me gusta animar a los niños a leer. No me molesta que algunos menosprecien lo que hago. Simplemente creo que si un niño empieza leyendo mis libros, puede que siga con Harry Potter, y luego con algo de Philip Pullman, y con suerte de ahí pasará a George Orwell, o a Charles Dickens o a Martin Amis. Leer es un viaje, uno que se hace como lector. Nunca se empieza por los libros más difíciles. Si no se anima a los niños a leer, no lo harán cuando sean adultos. Uno de cada cuatro británicos nunca lee. Cada niño es diferente, hay que encontrar los libros adecuados para cada uno”, reflexiona. 

El primer libro que escribió Walliams hace 15 años es ‘El chico del vestido’. Va sobre un niño, Dennis, de 12 años, que quiere ir a la escuela con un vestido, para estupor de sus padres y el director del colegio, que le prohíbe jugar a fútbol y le expulsa del colegio aunque es uno de los mejores delanteros del equipo. “No se trataba de que él fuera gay o trans, no le puse ninguna de esas etiquetas porque los niños no son así, no las necesitan. El libro explica cómo reacciona su familia, sus amigos del colegio. Va sobre celebrar la diferencia y la solidaridad”, explica. 

Al final del libro, todos sus compañeros salen a jugar el partido de fútbol con vestidos. “El libro empieza con esta frase: ‘Dennis era diferente’. El mundo ha cambiado mucho en los últimos 15 años, en todo lo relacionado con el género, cómo nos vestimos… pero hace 15 años este tipo de historia era mucho menos aceptable”, recuerda Walliams. “Me alegra que todavía tenga relevancia. Todavía se me acercan lectores que me dicen: ‘Me ayudó a entender quién era yo’ o ‘Me ayudó a terminar la escuela’. ¡No hay nada de malo en ser un bicho raro!”. Ese es, en realidad, el lema que puede extraerse de muchos de sus títulos, que suelen tener protagonistas ‘outsiders’, raros, desubicados, que acaban encontrando en su diferencia una virtud. 

Roald Dahl y lo emocionante de los cambios

Uno de los cuentos favoritos de la infancia de Walliams es, por cierto, ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ de Roald Dahl, que el año pasado protagonizó una ciclogénesis explosiva informativa después de que la editorial británica que lo publica decidiera revisar los manuscritos originales por algunas palabras que hoy podían resultar ofensivas. “Cambiar todo lo que no nos gusta del pasado o no concuerda con el presente es algo resbaladizo”, opina Walliams. “¿Vamos a editar los libros? ¿Vamos a pintar sobre los cuadros de los museos? ¿Vamos a cambiar letras de canciones? ¿Dónde termina esto? Entiendo si hay cosas específicas que hacen que un libro no se pueda publicar hoy porque hay algo que es tan ofensivo que es tabú, se cambie para que el libro pueda seguir teniendo una vida. Pero por lo demás, no estoy seguro de que sea lo correcto”, explica Walliams.

“Este año ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ cumple 60 años. ¿Cómo va a ser completamente coherente en el momento en el que vivimos? Deberíamos aceptar eso. Y a veces las diferencias son interesantes. Incluso en el poco tiempo que llevo escribiendo libros para niños ha habido cambios culturales dramáticos. Que son emocionantes. El cambio es emocionante. Pero si vamos a tener que cambiar todo el arte para que sea aceptable en este momento, creo que nos volveremos locos”.