Crítica de ópera

Un 'Barbazul' electrizante

El Liceu ofreció la ópera de Bartók en memoria de Michael Boder, director musical del coliseo entre 2008 y 2012, fallecido el domingo

Nicholas Brownlee, Josep Pons y Victoria Karkacheva en 'El castillo de Barbazul', en el Liceu

Nicholas Brownlee, Josep Pons y Victoria Karkacheva en 'El castillo de Barbazul', en el Liceu / Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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En junio del año pasado, la Simfònica del Liceu, dirigida por Josep Pons, debutó en la Opéra de Paris con ‘El castillo de Barba Azul’, de Béla Bartók, todo un reto interpretativo por la complejidad que representa tanto para la orquesta como para los dos solistas. Y si en la visita parisina se contó con dos estrellas como Bryn Terfel en el papel del cruel Duque Barba Azul e Iréne Theorin como Judit, en esta tardía réplica liceísta, en una única audición en concierto (sin el prólogo hablado) –en memoria del exdirector musical del Liceu, Michael Boder, fallecido el domingo–, interpretaron con brillantez a la fatal pareja los fantásticos Nicholas Brownlee y Victoria Karkacheva.

Ausente de la programación liceísta desde 2008, la obra le va como anillo al dedo tanto a Josep Pons en su faceta de concertador como a su conjunto orquestal, ya que la versión sonó rotunda, emocionante, plena de claroscuros y de momentos dramáticos espléndidamente conseguidos.

La partitura, estrenada en 1918 en Budapest, no acabó de convencer a Bartók, que la fue retocando en diversas ocasiones hasta llegar a la versión definitiva de 1938. La obra tuvo su estreno en Barcelona en 1954 compartiendo programa con el oratorio escénico ‘Jeanne d’Arc au bûcher’, de Honegger, con Ingrid Bergman dirigida por Roberto Rossellini. La elección no era gratuita, ya que la única ópera del compositor húngaro se inspira en el relato ‘La Barbe Bleue’ de Charles Perrault, pero también en un ‘serial killer’ del siglo XV, Gilles de Rais, noble sádico y perturbado que luchó junto a Juana de Arco.

Y si a Pons se le vio a sus anchas en el podio, el poderoso Nicholas Brownlee fascinó por su talento y su matizada entrega, espectacular junto a la mezzo Victoria Karkacheva, de voz hermosa, agudos y graves brillantes y seductora expresividad.

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