Cine

La modernidad y actualidad de Yasujiro Ozu regresa a las salas

El maestro del cine japonés, autor de títulos emblemáticos como ‘Cuentos de Tokio’, vuelve a las pantallas en cuidadosas versiones restauradas

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'El sabor del pescado de otoño', de Yasujiro Ozu

'El sabor del pescado de otoño', de Yasujiro Ozu

Quim Casas

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Este viernes se estrena en salas ‘Las hermanas Munekata’, una de las muchas obras maestras en la filmografía de Yasujiro Ozu, uno de los tres vértices del triángulo del cine japonés clásico completado con Kenji Mizoguchi y Mikio Naure (Akira Kurosawa llegaría más tarde, y después la nueva ola japonesa capitaneada por Nagisa Oshima, y después cineastas díscolos como Takeshi Kitano, y Kiyoshi Kurosawa e Hirokazu Koreeda: el filón japonés es inagotable). Rodada en 1950, es una sosegada historia de amores compartidos y tensiones familiares hecha en un momento en el que Ozu había adquirido el domino completo de su arte, tan reconocido por cineastas de las más diversas tendencias, de Paul Schrader –lo incluyo en su ensayo sobre el cine trascendental junto a Robert Bresson y Carl T. Dreyer– a Wim Wenders.

Este año se celebra el 120 aniversario del nacimiento del director y las salas y los festivales han corrido prestos a reconocerlo. Restaurada en 4K, ‘Las hermanas Munekata’ fue presentada en la sección Cannes Classics del certamen francés en su edición del año pasado. También en 2023, en el festival de San Sebastián, se proyectó la versión restaurada de otra auténtica delicia, ‘Historia de un vecindario’ (1947), el primer filme que Ozu realizó después de la segunda guerra mundial y tras haber permanecido seis meses en un campo de prisioneros de guerra.

Wim Wenders, que en 1985 realizó ‘Tokyo Ga’, un documental que seguía el rastro de Ozu en el nuevo Japón, escribió un texto a propósito del cineasta y la onomástica que ahora se celebra: “Las películas de Ozu hablan del largo declive de la familia japonesa y, por tanto, de la decadencia de una identidad nacional. Lo hacen sin denunciar ni despreciar el progreso y el surgimiento de la cultura occidental o estadounidense, sino más bien deplorando con una distanciada nostalgia la simultánea pérdida que tuvo lugar. Por muy japonesas que sean, estas películas pueden aspirar a ser comprendidas universalmente”. Ozu como cineasta universal. No hace falta conocer poco o mucho la cultura e idiosincrasia japonesa para entender los personajes y situaciones que poblaron su cine realizado a la altura de ese tatami donde matrimonios, padres, hijos y amigos comen, beben y conversan.

Wenders concluía su texto: “Para mí, el cine nunca antes y después estuvo tan cerca de su propia esencia, de su belleza última y de su propia determinación: dar una imagen útil y verdadera del siglo XX”. Dicho por alguien que acaba de realizar una película sobre la vida cotidiana de un hombre anónimo en Tokio, ‘Perfect days’, intentando recuperar la esencia del cine de Ozu, debe de tenerse en cuenta.

Regreso a las pantallas

De modo que celebremos este retorno a las pantallas de uno de los directores capitales en la historia del cine llamémosle clásico, a la altura de John Ford, Jean Renoir y F. W. Murnau. Alguién que escribió su propia historia mediante imágenes y trazó el convulso relato del Japón de la primera mitad del siglo XX: nacido en 1903, falleció en 1963 tras haber dirigido ‘El sabor del sake’, otro minucioso estudio de las relaciones familiares, aquí entre un hombre viudo y la hija que le ha cuidado atentamente.

Al estreno en salas comerciales de ‘Las hermanas Munekata’, drama contenido en el que la fractura amorosa y el alcohol vuelven a estar en primer plano, sumemos el protagonismo que Ozu adquirirá en la próxima edición del BCN Film Fest (18-26 de abril), cuyo cartel ha sido elaborado con un fotograma de ‘Primavera tardía’ (1949) y que incluirá una retrospectiva con 12 obras seminales como ‘He nacido pero…’ (1932), la citada ‘Historia de un vecindario’, ‘Cuentos de Tokio’ (1953) –su filme más reputado–, ‘Buenos días’ (1959) y ‘Otoño tardío’ (1960).