Crítica de ‘La mesita del comedor’: Una pesadilla paranoica

La película arranca con una larga secuencia en una espaciosa tienda de muebles. Una pareja de mediana edad, que acaban de ser padres, escucha las explicaciones del vendedor sobre una horrible mesita de comedor con superficie de cristal y unas feas estatuillas doradas haciendo de soporte. El vendedor asegura que es el no va más. A la mujer le parece una mesita realmente espantosa, pero el marido está empeñado en comprarla. Dice que está en su derecho, ya que él no ha decidido el resto del mobiliario de la casa, ni la pintura de la pared, ni la fecha de la boda y tampoco quería tener hijos en este momento. Así que la compra, la lleva a la casa, empieza a montarla y acontece una tragedia.

 A partir de este momento, un filme que había comenzado como una especie de comedia absurda matrimonial, deriva en comedia negra repleta de situaciones entre el terror y la farsa. El director, Caye Casas, demanda del espectador que se crea unas determinadas circunstancias, y el filme solo funcionará si aceptamos esa suspensión de la incredulidad. ‘La mesita del comedor’ parece una buena idea para un corto, pero demasiado estirada. En algunos momentos consigue crear un clima de inquietud real, un ambiente agónico. A veces se le va la mano con toques estridentes subrayados por interpretaciones exageradas. A ratos se convierte en una auténtica pesadilla paranoica de la que sabemos que nadie puede escapar.