Concierto

La Pegatina, 20 años de verbena turbo en el Sant Jordi Club

Jordi Bianciotto

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Hace 20 años que La Pegatina saltó a escena con oscuras intenciones: dinamitar el canon de la música de verbena mezclando géneros, acelerándolos y estrujándolos, sobre todo ante el público, en sus arrolladores directos. Con el contacto físico se crecen, más todavía este viernes en el Sant Jordi Club (primera de sendas noches), donde se vieron agasajados abajo y arriba del escenario (desfile de invitados) para celebrar que llevan dos décadas bajo los focos.

Bolo que fue un sota, caballo y rey de impepinable eficacia desde el minuto uno, con ese ‘Y volar’ rompiendo la pana y poniendo al público al galope. Cadencias jamaicanas revolucionadas, metales fogosos, el acordeón del francés Romain Renard (cantando ‘La voisine’) y la pareja central, Rubén Sierra y Adrià Salas, manejando la fiesta sin permitir que el ritmo aflojara. Y aunque poco a poco nos enredaron entre sus cumbias tuneadas, sus asaltos rumberos y las incursiones ‘disco’, cuando se trata de esta tropa originaria de Montcada i Reixac (diez músicos) el género son ellos, por encima de cualquier casilla.

Recesos relativos

Hay el peligro de que el riego de invitados pueda desdibujar un concierto, pero el empaque de La Pegatina no flaquea así como así, y el grupo absorbió, tal cual, a colegas como Arnau Blanch, el rapero británico Youthstar y la mexicana Marissa Mur, entregados todos a la causa. Más temperado fue el mano a mano con La Canija, voz de los flamencos D’Callaos, en el receso (relativo) de ‘Alosque’. “La canción más lenta que habíamos hecho”, ilustró Salas. Con el grupo alemán Querbeat hicieron detonar ‘Nothing but a lie’, y con Els Amics de les Arts, recrearon su tema con junto del año pasado, ‘La meva gent’.

Repertorio siempre sujeto a interferencias y préstamos, ese despiadado estilo túrmix: temas de Rosalía (‘Despechá’) y Maná (‘Corazón espinado’), y el ‘hit’ noventero ‘I like to move it’, de ‘Reel to Real’. Latinidad y guitarras guerreras, punk incluso, herederas de Los Fabulosos Cadillacs. Todo ello, dando forma a una bola sónica de quirúrgica impureza, con honores para ‘El gat rumberu’, con su tonada aullada por el público cuando el tema apenas comenzaba a caminar. Más rumba: un ‘medley’ con citas a ‘Muérdeme’ y ‘Marcha marcha’, escenificado en una larga sobremesa a lo C. Tangana.

Se unieron, engrosando el aquelarre final, Xabi Solano, El Niño de la Hipoteca, la Balkan Paradise Orchestra y Ferran Exceso, si bien el protagonismo acabó reposando en las canciones, sin dejar en el tintero ‘Maricarmen’ y ‘Lloverá y yo veré’. Esas músicas que han hecho de La Pegatina una atracción internacional, como ilustra esta gira, que las próximas semanas los llevará de México a Holanda.

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