Periodismo literario

'Osebol', casas de madera, bosques y ciervos: la historia de un pueblecito sueco que merece ser contada

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BARCELONA 26/09/2023 Icult. Entrevsita con la escritora sueca Marit Kapla por su libro Osebol, voces de un pueblo sueco. En el hotel Regina. FOTO de ZOWY VOETEN

BARCELONA 26/09/2023 Icult. Entrevsita con la escritora sueca Marit Kapla por su libro Osebol, voces de un pueblo sueco. En el hotel Regina. FOTO de ZOWY VOETEN / ZOWY VOETEN

Elena Hevia

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‘Osebol’ (Capitan Swing) es un libro raro. Por intenciones y por formato. Osebol es un pueblo en el norte de Suecia de apenas 100 habitantes que es fácil de imaginar si se habla de bonitas casas de madera pintadas de rojo, ríos con salmones, bosques de pinos habitados por ciervos e inviernos interminables. Su autora Marit Kapla, periodista que dirige una revista cultural y es además documentalista cinematográfica, nació allí, pero como todos los jóvenes de su entorno marchó pronto a la gran ciudad.

Enamorada de las maneras de la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich, utilizó ese método para entrevistar entre 2016 y 2017 a los habitantes del pueblo, casi todos ellos bastante mayores, algunos emigrantes y crear así una especie de ‘pachtwork’ de voces que sin correcciones ni aditivos cuentan sus historias tejiendo así el pasado y el presente de un pueblo común y corriente a través de una polifonía que se lee casi como una colección de poemas. De hecho, las entrevistas se presentan como si lo fueran, con mucho espacio en blanco alrededor. Lo que hace que el volumen alcance las 800 páginas, con sus voces, presentadas sin contexto, apenas con los nombres y sus fechas de nacimiento (y en alguna ocasión de muerte) en un intenso concentrado de vivencias. En Suecia el libro fue un best-seller.

Osebol

Osebol / El Periódico

Un ejemplo. “Pues verás / mi vida ha sido como Värlmand [la región donde se sitúa el pueblecito] / Ha tenido sus altibajos”, dice Ake Axelson, nacido en 1947. “Durante las entrevistas, la gente me contaba cosas extraordinarias –evoca su autora, que no imaginó que esas historias tan minúsculas y localizadas pudiera tener un valor universal- y quería trasmitir al lector la misma emoción con la que yo las escuché. Hacer que el texto parezca un poema es revestir la palabra de su significado y extraer así su dimensión poética, una buena opción”.

"Todos y cada uno de los lugares del mundo tienen una historia que puede y debe tomarse muy en serio”

La autora, ahora de visita en Barcelona, se había alejado de su pueblo tras el internamiento de su padre en una residencia en el 2007, así que la elaboración del libro unos años después supuso un regreso marcado por la curiosidad y la necesidad de explorar un pasado que merecía ser contado. “El pueblo de Osebol en concreto ha forjado su personalidad a través de la creencia de encontrarse lejos de todo y en particular del poder político. Así que la gente está convencida de vivir en un sitio particularmente indeseable. Pero a mí me impulsaba la idea de que todos y cada uno de los lugares del mundo tienen una historia que puede y debe tomarse muy en serio”.

Microcosmos humano

En esta nómina de vidas ordinarias se encuentran aquellos que han trabajado durante años en el negocio de la madera –la principal riqueza del lugar-, pero también el albañil, el profesor, la enfermera, las amas de casa, así como la gente que llegó de lugares como Hungría, Holanda, la antigua RDA o Afganistán buscando refugio o un nuevo tipo de vida. “Todos para mí tienen el mismo valor –asegura la autora- pero he de reconocer que fue particularmente importante hablar con la que fue mi canguro, una mujer alemana que llegó allí después de la segunda guerra mundial. Todo un privilegio”.

El libro y su repercusión mediática ha cambiado la vida del pueblo. Todos aprobaron el manuscrito de sus propias participaciones, sin conocer las de los demás y esperaban ansiosos el resultado final. La autora que no ha cortado la comunicación con aquel lugar celebró allí la concesión del premio August, el principal premio literario sueco. “Se muestran muy orgullosos del libro y eso les ha permitido tener una nueva conciencia de sí mismos y de su sentimiento de comunidad”, dice. Además, en los últimos tiempos mucha gente ha sentido curiosidad por el pueblo. Los coches suelen desacelerar la marcha mientras sus ocupantes miran a un lado y otro y algunos deciden pasar allí unos días. El turismo ha llegado a Osebol. El tiempo dirá si eso es bueno o malo.