Culto al fetiche musical

Fira del Disc: del ocaso del álbum ‘live’ a la caza del vinilo raro

La muestra de coleccionismo, que se celebra este fin de semana en la Estació del Nord, reafirma el magnetismo perenne del objeto discográfico, si bien se registran cambios en el ranking de los objetos del deseo

La Fira Internacional del Disc de Barcelona celebrada en la Estació del Nord en 2016

La Fira Internacional del Disc de Barcelona celebrada en la Estació del Nord en 2016 / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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La colonización musical de la Red y la hegemonía de Youtube como contenedor audiovisual ilimitado podrían haberle dado una estocada mortal al coleccionismo discográfico, pero el evento que tomará este fin de semana la Estació del Nord nos indica que no es así. Se trata de la Fira Internacional del Disc de Barcelona, que lleva más de dos décadas conservando a la capital catalana en el mapa europeo de los cazadores de joyas y reliquias fonográficas, y que brinda, del viernes al domingo, sus cubetas cargadas con miles de vinilos, sobre todo, pero también compactos, ‘singles’, unidades de DVD y hasta casetes (formato en tímido auge).

El coleccionismo discográfico alcanzó en Barcelona cotas de fenómeno de masas en otros tiempos, cuando floreció la feria creada por el desaparecido Jordi Tardà, entre 1985 y 2002. Coincidiendo con su crepúsculo, cobró forma esta muestra capitaneada por el mallorquín Pere Terrassa, que en la actualidad dirige también ferias en Palma, Madrid y Bilbao. “En aquellos años no estaba internet, esta es otra época, pero Tardà dejó una herencia y Barcelona tiene tradición a escala europea”, un circuito en el que despunta la holandesa Record Planet, crecida en Utrecht y desplazada tras la pandemia a localidad de Hertogenbosch. “Pero hay expositores de gran calidad, franceses o estadounidenses, que no están allí y sí en Barcelona”.

El elepé japonés

En coleccionismo clásico tenía mucho que ver con el disco ‘bootleg’, generalmente con grabaciones de conciertos, publicadas por sellos clandestinos y que solían ser adquiridos por quienes ya disponían de la discografía oficial de su artista favorito. El clásico disco ‘pirata’, que alimentaba el culto a las figuras de la era del rock (pero que las 'majors' perseguían). Aquello ahora queda lejos: incluso el álbum ‘live’ oficial, que marcó una época a partir de los años 70, entró en decadencia hace tiempo. Centran ahora las miradas las “ediciones originales o raras en vinilo”, explica Terrassa. El elepé japonés con su faja ininteligible, el ‘maxisingle’ no editado en España o el disco-objeto con libreto y tirada limitada.

¿Qué estilos musicales mandan? “El heavy metal sigue teniendo mucha fuerza, y la electrónica. Y los clásicos: Pink Floyd, Bowie, Dylan, Beatles… Ediciones extrañas de estos artistas”. Y piezas de artistas de culto, en particular “de psicodelia y rock progresivo, de los que hay pocas copias”. Bandas de las profundidades del nicho de mercado, como la californiana Music Emporium, que en 1969 publicó su único álbum, en una línea de rock psicodélico. Ese tipo de álbumes codiciados “se mueven en una media de 500 euros”. Pero la Fira no solo se dirige a esa clientela hiperespecializada. “Hay quien viene atraído por las ofertas de vinilos a cinco euros”.

Aunque el ‘bootleg’ grabado en vivo ha quedado fuera de foco, es posible darse con vinilos no oficiales de conciertos que, explica Terrassa, se mueven en una especie de limbo “alegal” en la legislación europea. Sellos como Parachute publican discos de artistas como Bowie o Springsteen que contienen registros emitidos en su día por radios estadounidenses o suecas. “La ley en Europa los permite siempre que se trate de grabaciones de una radio que tenga derechos sobre ellas”. Pero el mercado “está un poco saturado de discos en directo”, observa. “De bandas como AC/DC ha llegado a haber centenares”.

La Fira subraya su veto a todo disco “que sea una copia falsa, una réplica”, al tiempo que registra un ligero “reposicionamiento” del CD, sobre todo la unidad a precio reducido. Y el pequeño, modesto pero perceptible, ‘revival’ de la casete (se lanzan novedades, aunque en minúsculas tiradas) nos recuerda que no hay que dar por muerto ningún objeto que un día nos hizo felices.

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