Regreso del ‘modfather’

Paul Weller, grandeza sin coartadas en Razzmatazz

El músico británico ofreció un apabullante concierto en Razzmatazz con ricas tonalidades soul, una banda frondosa y rescates de The Style Council y The Jam

Concierto de Paul Weller en la sala Razzmatazz

Concierto de Paul Weller en la sala Razzmatazz / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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Sin disco reciente que promocionar y ajeno al tráfico de tendencias, pasó este lunes Paul Weller por Razzmatazz en condición de señor músico que viene a disfrutar de lo suyo, con oficio, repertorio para dar y vender, voz en óptimo estado y una banda frondosa con la que jugar a placer en los límites fronterizos del rock y el soul, de la balada con poso y la golosina pop. Sin jugar al ‘revival’, pero integrando en la ecuación algunos números históricos, de The Jam y de The Style Council. 

Las pautas las marcaron esta vez los colores de su todavía ultimo disco, ‘Fat pop (volume 1)’, de 2021, ejercicio evasivo del tiempo pandémico, y un sutil decantamiento por los sonidos negros, apto para este sexteto con doble de percusión y guarniciones de saxo y flauta travesera (y la guitarra de Steve Cradock, fija desde hace dos décadas). Banda con empaque, corpulenta y atenta a la filigrana, con la que Weller entró en materia al galope con ‘Cosmic fringes’, canción sobre los “guerreros del teclado” que proclaman revoluciones desde el sofá y luego tropiezan con la nevera al irse a dormir.

Canción de culto

Otra clave de esta gira es el rescate del material de The Style Council, y no solo a través de un tema de cierto éxito, como fue ‘Shout to the top’, sino de piezas un poco menos transitadas: ‘My ever changing moods’, ‘Headstart for happiness’ y la más insondable, ‘It’s a very deep sea’, de textura íntima y lírica existencial, la que fue enigmática apertura de un álbum, ‘Confessions of a pop group’ (1988), que en su día fue tachado de aburrido y pretencioso. Los tiempos cambian. 

Weller, al teclado, entonando con sentimiento y pulcritud, como en la serena ‘Glad times’. Una canción inédita de dinámica invasiva, ‘Jumble queen’. Fue habilidosa la transición hacia la suavidad de ‘Above the clouds’ y, de ahí, al rock con cenefas psicodélicas y tonelaje ‘in crescendo’ de ‘Into tomorrow’. Temas de su debut en solitario (1992) que Weller casó con las guitarras cortantes de ‘Start!’, de The Jam, precipitando la algarabía en el lugar.

Pasado y presente, entrelazándose hasta el final, sin marcar jerarquías ni insinuar fricciones, en dos horas de música ondulante, rica en matices, con músculo y sensualidad: ese ‘On sunset’ que encabezó el bis, camino del mántrico medio tiempo ‘Wild woud’ y del nervioso ‘Testify’. Memorable bis con punto y final en un segundo y último trofeo de The Jam, ‘Town called Malice’, con su eco de la ‘working class’ británica de los años 70, deslizando un poco de mala uva antes de la caída del telón.

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