El alquiler empuja al cierre al Milano, puntal de la música en directo en Barcelona

La Ronda de la Universitat es una firme candidata al título de vía más inhóspita de Barcelona. Por la acumulación de restaurantes de comida rápida, pubs falsos, salas de juego y, hecho diferencial respecto de otras calles del centro entregadas al turismo, paradas de autobuses interurbanos. El Milano Jazz Club es uno de los contados motivos para adentrarse en esa tierra quemada. La coctelería y sala de conciertos desaparecerá casi con total seguridad antes de que acabe el año. ¿El motivo? No hay premio por acertarlo: el alquiler.

Ramon Larregola paga una cantidad de "cinco cifras" por el alquiler del local que alberga el Milano (sótano) y un Bracafé (planta). Durante la pandemia negoció una renovación del contrato "por pocos años" que incluye un escalado de la renta. No le salen los números para afrontar la subida que ahora toca y, aunque le salieran, la propiedad no se lo pondría fácil: tiene una oferta el 30% más alta por parte de una cadena extranjera de 'trattorias' que quiere desembarcar en Barcelona, explica Larregola. En una fecha indeterminada de octubre o noviembre bajará la persiana definitivamente, anuncia.

"Una franquicia mata a un club clave para el talento local -resume Anton Jarl, batería que ha actuado "cientos de veces" con distintas formaciones en el Milano-. Nada nuevo: otra victoria de la turistificación".

Cada día

Antes de la pandemia el Milano ofrecía conciertos los 365 días del año. Ahora lo hace jueves, viernes, sábados y domingos. El club nació como coctelería en 2007. Más adelante programó una actuación a la semana, luego dos, y así hasta llegar al pleno prepandémico. Las boyantes escenas de rhythm and blues y jazz de Barcelona (no en balde cuenta la ciudad con tres escuelas superiores de música: Taller de Músics, Esmuc y Liceu) le deben mucho al Milano, una sala que Jarl no duda en calificar de "'top'": brinda a los músicos dos pianos de cola, una batería Canopus y un equipo de sonido que no es ninguna broma. "Hay un pastizal en equipo musical", dice Larregola.

La música en directo de pequeño formato no es un negocio "fabuloso" y sí muy "inestable", informa Larregola. Pero hasta ahora lo ha podido sacar adelante, a veces con la ayuda de los cafés servidos arriba. A la inminente subida del alquiler se ha añadido la de los costes, así como un aviso del médico a Larregola. No obstante, antes de tirar la toalla intentó que el Milano pasara a manos amigas, en concreto las de miembros del equipo del local y un "famoso saxofonista" de la ciudad. Hicieron números y tampoco vieron manera, relata.

Guim Cifré, programador musical del Milano, ofrece una versión diferente. Hace unos nueve meses Larregola les ofreció el traspaso del espacio. Y, tras estudiar mucho el asunto, sí que les salieron los números, incluido el aumento del alquiler en ciernes, que según Cifré es del 20%. Asumían el traspaso. Fue entonces cuando la presión de la propiedad, que tenía la oferta superior de la cadena de 'trattorias', se sumó a las ganas de Larregola de tomarse un respiro y todo se torció, indica Cifré. Al gestor cultural le consta que el ayuntamiento y la Conselleria de Cultura están al corriente de la muy probable desaparición del Milano y mantiene una mínima esperanza.

Las estrellas son lo de menos

Jarl ha visto en el Milano conciertos de estrellas internacionales como Jerry Bergonzi o Shai Maestro. Pero eso es lo de menos. Lo importante, resalta, es el cuartel que da a los músicos barceloneses: "Para nosotros eso no tiene precio".

La iniciativa 'Salvem el Milano' reclama a través de Change.org que la propiedad dé marcha atrás y que el ayuntamiento explore vías para mantener la actividad de la sala de conciertos. En la web del Milano hay anunciados conciertos hasta el 14 de septiembre.