CINE Y EROTISMO (3) / AÑOS 80

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Mickey Rourke y Kim Bassinger en '9 semanas y media', filme de Adrian Lyne

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Desirée de Fez

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En los 80, el mismo director estrena con un año de diferencia dos películas clave de la época en las que, de maneras distintas, el erotismo está en primer plano. El director es Adrian Lyne y las películas, '9 semanas y media' (1986) y 'Atracción fatal' (1987). Sería injusto decir que son las dos películas eróticas que definen la época cuando se trata de la misma década en la que Richard Gere protagoniza 'American Gigolo' (1980), se estrenan 'Fuego en el cuerpo' (1981), 'El cartero siempre llama dos veces' (1981) y 'Doble cuerpo' (1984), y Steven Soderbergh debuta con 'Sexo, mentiras y cintas de vídeo' (1989). Pero las dos películas de Lyne tienen el impacto suficiente para merecer mención especial.

Es importante dejar claro que, aunque ambas están señaladas por los rasgos estilísticos de su director, un estilo tan personal como criticado, son películas muy diferentes. En ambas están la sofisticación de anuncio caro, la sensualidad a ratos sonrojante y el equilibrio entre lo irresistible y lo ridículo propios del cine de Lyne. También su apuesta por el buen cine comercial, atractivo y abierto a la controversia. Pero mientras '9 semanas y media' es un melodrama romántico, 'Atracción fatal' es un thriller. De hecho, es una de las precursoras del thriller de los 90, década en la que el thriller erótico ocupó un lugar esencial con películas como 'Instinto básico' (1992), 'Showgirls' (1995), 'Juegos salvajes' (1998) o 'Una proposición indecente' (1993), también de Lyne.

Existe la percepción generalizada de que '9 semanas y media' fue un éxito en taquilla en Estados Unidos. No fue así. La película de Lyne fracasó en su estreno en su país de origen, donde la crítica tampoco fue generosa con ella, pero acabó convirtiéndose en un éxito porque la recaudación internacional fue muy buena y, una vez entró en el circuito doméstico de venta y alquiler, arrasó. También existe la percepción generalizada de que todo el mundo sabe qué es '9 semanas y media', pero han pasado 37 años de su estreno y no está de más recordar de qué va. La película de Lyne cuenta la breve relación, basada en el sexo, que mantienen en Nueva York Elizabeth (Kim Basinger), una galerista de arte, y un yuppie de Wall Street (Mickey Rourke).

El productor Zalman King escribió el guion con su mujer Patricia Knop a partir de una 'memoir' de Elizabeth McNeill. La autora, de la que años después se desveló su verdadera identidad, la escritora de origen austriaco Ingeborn Day, narraba en ella la relación sexual, basada en la dependencia y el sometimiento, que mantuvo con un hombre. King, Knop y Lyne rebajaron la dureza del libro, que es más pesimista en su desenlace y va más al fondo en su reflexión sobre la libertad sexual y el consentimiento.

'9 semanas y media' no idealiza el romance de la pareja y en ella se advierten esos temas, pero están expuestos con menor gravedad para que no enturbien el atractivo de los encuentros sexuales. Más que por la indignación que pudieran provocar sus escenas de dominación, '9 semanas y media' se recuerda por el atractivo de Basinger y Rourke, que no se soportaron en el rodaje, y por sus momentos tórridos, en los que Lyne, como es habitual, logró un equilibrio entre sofisticación, sensualidad y ridículo.

El éxito de 'Atracción fatal'

'Atracción fatal' sí fue en éxito. Arrasó la taquilla estadounidense e internacional y fue nominada a seis Oscar. Las reseñas fueron eminentemente negativas, pero también cosechó comentarios a favor y, más importante, fue un acontecimiento entre críticos. ¿La razón? La película, sobre una infidelidad que se convierte en una pesadilla, provocó reacciones airadas entre el público (sobre todo masculino). Y, más que enfocarse en lo cinematográfico, muchas de las críticas partieron de esa controversia para plantear o rechazar posicionamientos morales. Atracción fatal es la historia de un exitoso abogado neoyorquino casado (Michael Douglas), con una vida familiar ideal, que tiene una aventura con una editora (Glenn Close). Su mundo perfecto peligra cuando su amante se niega a aceptar el fin de ese idilio y se obsesiona con él.

La reacción a la película de parte significativa del público, que en muchas proyecciones gritaba a pantalla insultos hacia el personaje de Close, puso en evidencia dos cosas: el machismo de la época (aunque también hubiera voces a favor del personaje femenino) y el miedo a que los Estados Unidos de Reagan, representados por el personaje de Douglas y su modelo económico y familiar, se tambalearan. El erotismo quizá no era lo más importante. Pero era esencial porque esos miedos venían en gran medida de la incomodidad de muchos espectadores ante el irresistible atractivo sexual del personaje de Close y el erotismo de sus escenas con Douglas, cosas en las que Lyne puso el esmero habitual.

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