Leyenda otoñal
Tom Jones, ‘sex bomb’, cachondeo y redención en el festival Jardins de Terramar
El cantante galés se mostró en plena forma en la muestra de Sitges, en un concierto en el que logró cohesionar con nervio un repertorio diverso que cubría seis décadas, desde ‘It’s not unusual’ hasta su espiritual último álbum, ‘Surrounded by time’
Jordi Bianciotto
Periodista
Con el tiempo, Tom Jones ha pasado de cantar a la ‘sex bomb’ a pedir la asistencia del Señor en el camino a la última morada, en un giro que no vimos venir. Se podría pensar que el cantante galés, distinguido Sir en 1998 por la reina Isabel II, busca la redención tras tantos años de comportamiento extraviado, pero luego llega la hora de verlo en directo y topamos con un Tom Jones integral, total, tan físico como trascendente, de ‘hit’ y cavilación mística, como este jueves en su cita con el festival Jardins de Terramar, en Sitges.
Tom Jones, apoyado en un taburete para abordar la primera canción, ‘I’m growing old’, del ya finado cantante-pianista Bobby Cole, donde juega el verbo ‘grow’ y nos dice que, sí, que se hace viejo, pero también que está creciendo y que se siente “más sabio”, dice la letra. “Y más consciente del frío”, añade. Lució ahí su vozarrón de roble, con todo el poso de sus 83 años. Un tema de su último álbum, ‘Surrounded by time’ (2021), que hizo de Jones el artista de más edad en alcanzar el número uno en el Reino Unido en toda la historia.
Más joven que Willie Nelson
Ya incorporado, un ‘Not dark yet’ (Dylan) de complexión rockera y el viaje al principio de todo, al año 1965 y a su primer éxito, ‘It’s not unusual’, ahora con tratamiento de acordeón. Como ‘What’s new, pussycat’, la pieza de Bacharach y David para la película de Woody Allen. Licencias autoparódicas: el gesto cómico de sujetarse la parte de arriba de dentadura. Y ese cachondeo a costa de Willie Nelson, mucho mayor que él, desde luego, 90 años, aniversario que celebró no hace mucho con un concierto en Los Ángeles el que Jones tomó parte.
Lo que a priori podría parecer misión imposible, mezclar en un mismo repertorio las canciones de tantas, y tan contrastadas, etapas vitales, la del guasón macho alfa y la del caballero otoñal, es posible y disfrutable. Tom Jones podrá estar ya de vuelta de todo, pero conserva el compromiso con su arte y con su público. Con ojo para rebuscar en el catálogo universal (exquisita ‘The windmills of your mind’, música de Michel Legrand) y habilidad para hacer de ‘Sex bomb’ un vivaz artefacto a dos tiempos, reflexivo primero y descocado después.
En esta gira se presenta con una notable producción, pantalla de video con la que encara sin miedo los primeros planos. En Sitges se le vio disfrutando de sus logros, y del tratamiento renovado de algunos de ellos: ‘Delilah’ en modo tex-mex (faltaron los metales). Y combinando registros y fondos anímicos: del viscoso ‘Lazarus man’ (Terry Callier) al pelotazo de ‘Kiss’, su célebre asalto a Prince, y de ahí a unos bises con acentos de rock and roll a golpe de Chuck Berry y su ‘Johnny B. Goode’. Y con todo ello era fácil tener la sensación de que este Tom Jones es una suma imbatible de todas sus versiones del pasado.
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