Voz emergente

Júlia Colom: "Hoy, reivindicar es lo más fácil"

La cantante mallorquina, que fue corista de Maria Arnal i Marcel Bagés, funde la herencia de las canciones de trabajo tradicionales con la creación y la sonoridad contemporáneas en su primer álbum, ‘Miramar’, que presenta este jueves en el Castell de Montjuïc, dentro del ciclo Sala BCN 

La cantante mallorquina Júlia Colom, el pasado 18 de julio en Barcelona

La cantante mallorquina Júlia Colom, el pasado 18 de julio en Barcelona / MANU MITRU

Jordi Bianciotto

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Se podría pensar que, a Júlia Colom, a sus 26 años, la memoria de la Mallorca rural y preindustrial le pilla un poco lejos, pero no son ajenas a ella las canciones relativas al trabajo en el campo, flotantes desde siempre en su ambiente familiar. Del diálogo de esa herencia con la contemporaneidad sale su primer álbum, ‘Miramar’, de raíces profundas y vuelo libre, que presenta este jueves en el castillo de Montjuïc, dentro del ciclo Sala BCN (abrirá la barcelonesa Marta Knight). Todo ello, dejando claro que no es ninguna rara avis, sino “una tía muy de su tiempo”, subraya. “¡No soy una extraterrestre!”.

Claro, acceder al ‘Cant de la Sibil·la’ desde tiernas edades tenía que marcar. “Fue mi abuelo quien, cuando yo tenía seis o siete años, intuyó algo en mí y me lo hizo escuchar”, explica Júlia Colom, natural de Valldemossa y crecida en una familia “muy mallorquina, de celebrar las festividades y seguir las tradiciones”. Aquellas canciones de segar o recoger higos le llegaron a través de la propia tradición oral, todavía en “contextos vivos”, y también de las grabaciones. “Y es algo que, de mayor, me he dado cuenta de que tenía un valor”.

Premio del In-Edit

Cursados los estudios de canto, especialidad de jazz, en el barcelonés Taller de Músics, Colom se vio asumiendo una misión inesperada: protagonizar un documental, ‘Sempre dijous’, sobre su circunstancia de cantante mallorquina que, con un pie en Barcelona, escarba en la canción tradicional de la isla. “Pensé que, como marketing, era terrible: hacer un documental sin que luego nadie me pudiera escuchar en ningún sitio”, hace notar. Pero el filme, dirigido por Joan Porcel, llegó a hacerse con el premio al Mejor Documental Musical Nacional en el festival In-Edit de 2020. Y de ahí, a su salto a los escenarios de la mano de Maria Arnal i Marcel Bagés, en cuya gira ‘Clamor’ (2021-22) se enroló como corista, junto a Tarta Relena. Un episodio que le permitió “experimentar el escenario sin asumir la responsabilidad de estar delante”.

Colom dice que cantar, ha cantado siempre, desde muy pequeña, si bien ‘Miramar’ la presenta, además, como compositora de siete de las diez piezas del álbum. Repertorio con el que ha querido explicar quién es, “de un modo natural”, y para ello ha acudido, como metáfora ilustrativa, a un enclave concreto de Mallorca, la ‘possessió’ llamada así, Miramar, situada en plena sierra de Tramontana. “Un lugar con mucha historia, donde hay un monasterio y donde Ramon Llull fundó una escuela”, explica. “Pero, luego, ese lugar que te conecta con cosas tan profundas y puras, resulta que tiene un nombre que luego te encuentras en todas partes en el mundo de la hostelería: ‘souvenirs Miramar’, ‘hostal Miramar’… Esas dos caras reflejan la identidad de lo que vivimos: el paraíso y, girando la moneda, la presión y la sensación de que se está vendiendo todo".

Radios y tractores

Pero ‘Miramar’ no es un álbum que transmita una queja por el rumbo de las cosas. Quizá, acaso, una tenue melancolía (oigan la conmovedora ‘Olivera’), pero sin idealizar el pasado. “Trato de evitar ponerme nostálgica cantando al paraíso perdido. Es cierto que la gente ya no canta en el campo: llegaron las radios y los tractores, que hacían ruido. Pero que haya tractores supongo que ha ayudado a que la gente del campo no esté esclavizada como lo estaba antes”, reflexiona. “Hoy es muy fácil que todo parezca una reivindicación. Pero yo lo hago por amor y porque me sale así y es lo más natural para mí”.

Lo es también aventurarse en la textura electrónica, en temas como ‘Estròfica’ o ‘Enveja’, que complementan con una vibración urbana su sensible mirada a las raíces. Todo ello da forma a un proyecto que no va a contracorriente, como habría ido en otros tiempos. “A veces pienso: ‘qué gracia que esté pasando esto ahora con estas músicas, cuando hace 50 años había un vacío’”, cavila. En aquella época se abría paso su paisana Maria del Mar Bonet. “No me quiero imaginar lo que debió de ser para ella, en aquel tiempo, rodeada siempre de hombres, ser la líder y sentirse respetada”.