Festival Celsius

Tasha Suri: romance orgullosamente indo-queer

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t / Ricardo Solís

Ernest Alós

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Hace unas décadas, el género de la fantasía y la ciencia ficción podía compararse a un club de caballeros británicos. O un club de golf de Nueva Inglaterra o California. Hoy, afortunadamente, se ha enriquecido con infinidad de nuevas miradas (culturales, de género...) hasta parecer más bien un plenario de las Naciones Unidas. «En mi caso es una decisión muy consciente que los principales personajes sean indios y no occidentales, que sean mujeres y que tengan una relación lésbica», explica durante su visita al festival Celsius la escritora británica Tasha Suri. «Es el momento de hacerlo tras tantos años de fantasía centrada en hombres heterosexuales. No he leído muchos libros protagonizados por mujeres indias y lesbianas... así que de forma muy deliberada quería escribir uno, que hubiese uno en el género que amo, la fantasía, y no situado en un contexto en que la homosexualidad sea la norma sino en un mundo patriarcal en el que las mujeres deban luchar por cualquier forma de poder y contra la homofobia; pero que ninguna de ellas vea nada equivocado en cómo aman».

Suri, bibliotecaria, nacida en el norte de Londres de padres punjabís, ha conseguido en solo cinco años de carrera que la revista 'Time' incluyese su libro inédito en España 'Empire of Sand' entre los 100 mejores títulos de fantasía de todos los tiempos y recibir su primer World Fantasy Award por 'El trono de jazmín' (Gamon), primera entrega de una serie que prosigue con su segundo libro traducido al castellano, 'La espada de hiedra'. 

En ambos todo gira en torno a una princesa encerrada en una torre después de haberse negado a inmolarse en una pira tras intentar derrocar a su hermano el emperador y una sirvienta superviviente de una sangrienta masacre. La primera, Malini, perteneciente a una tradición cultural dogmática y poco tolerante. La segunda, Priya, a una nación subyugada que bebe de fuerzas telúricas y de la naturaleza, hoy agostadas y víctimas de una epidemia, y de hábitos bastante más abiertos de miras. Todo un mundo creado a partir de diferentes raíces y tradiciones (las luchas históricas por el trono mogol entre dos hermanos y una hermana, fuerzas de la naturaleza como los yakshas, prácticas como el sati, la inmolación femenina entre las llamas de una pira funeraria, la épica hindú del Mahabharata y el Ramayana...), «igual que la fantasía occidental mezcla elementos medievales, anglosajones, celtas, clásicos...»

Tuvo un cierto debate interior sobre usar o no esta tradición obsoleta de la inmolación ritual de las mujeres viudas. "Quería escribir una historia que tenga como referencia mi herencia cultural y critique el patriarcado y use el simbolismo de forma que yo encuentre interesante, pero también sé que escribo para una audiencia occidental que pueda pensar que esto es la India". Decidió primar sus propios intereses. "No puedo preocuparse por lo que piensen los intolerantes, he de explicar una historia que atraiga e interese, que me permita explicar temas sin tener que silenciarme a mí misma".

Que las fuerzas mágicas en ese mundo circulen por ríos subterráneos también fue un elemento que integró naturalmente por el hecho de que "las aguas, los ríos, sean muy sagrados en muchas prácticas religiosas indias; tenemos el Ganges y la práctica de llevar allí las cenizas para que viajen más allá, dioses asociados a los ríos..." A su vez, la enfermedad monstruosamente botánica que afecta a todo un país surgió de su experiencia en una biblioteca médica, donde topó con un libro con morbosas ilustraciones patológicas, 'The Sick Rose'.

Un romance a fuego lento

Malini y Priya se encaran a las intrigas de un juego de tronos que las separa pero mantienen un romance de combustión lenta y progresiva. Aunque sus editores en España hayan etiquetado sus libros como literatura juvenil, en realidad su autora (y sus editores en EEUU y el Reino Unido) lo considera como un texto para adultos «con potencial de crossover» entre el lector joven. "Pero ellos saben como llegar a su audiencia, y respeto las opciones que tomen", apunta.

A este lector ya le toca encontrar, sin tener que rebuscar ni forzar la imaginación, referentes queer en la ficción. Con todo, considera Suri que el boom más que de producción («en Ursula K. Le Guinn ya había muchos elementos de género», recuerda) lo es de visibilidad, y de audiencia.

La diversidad de opciones sexuales y la mirada posclonial van de la mano. «Creo que la fantasía como la ciencia ficción reflejan tanto las realidades que realmente existen como las realidades que querríamos que existiesen. Hay una razón por la que hay tanta ficción que explora simultáneamente el género, la sexualidad, la raza, la cultura: hasta cierto punto todo es la misma lucha, que la gente que sea distinta a ti merece vivir su vida con un propósito y con alegría. Eso es todo, esta pequeña cosa".