Contextos de arte

Las maravillas de la Galería de colecciones reales (1)

El nuevo museo madrileño es una buena muestra de todo lo que está bajo la custodia de Patrimonio Nacional, visibilizando su riqueza y los lugares de donde proceden las piezas

Las maravillas de la Galería de colecciones reales (y 2)

El edificio que acoge la Galería de las colecciones reales, situado por debajo de la catedral de La Almudena en la célebre cornisa donde también se sitúa en Palacio Real.

El edificio que acoge la Galería de las colecciones reales, situado por debajo de la catedral de La Almudena en la célebre cornisa donde también se sitúa en Palacio Real. / Alba Vigaray

Ana Diéguez-Rodríguez

Ana Diéguez-Rodríguez

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Este 28 de junio se inaugura el museo de Patrimonio Nacional al que han denominado como Galería de las colecciones reales. Un espacio que ha sido muy controvertido, tanto en su propuesta arquitectónica, pues suponía la alteración de un lugar de especial preservación histórico-artística como es el Palacio Real y sus jardines del Moro, como por el acuerdo respecto a los fondos que albergaría y su “competitividad” con otros museos de la capital. Esto último, en parte, por la polémica surgida en relación con ciertas piezas estrella del Museo del Prado que, en realidad, son propiedad de Patrimonio Nacional y están cedidas al museo: es el caso del Tríptico de las Delicias de El Bosco o el Lavatorio de Tintoretto, entre otras. Zanjado este tema que provocó ríos de tinta en su momento, y el cambio de director para la Galería de colecciones, el reto consistía en crear un espacio que reflejara lo que significaron ciertas obras y objetos dentro de su uso cotidiano por parte de la corona española, desde Isabel I a Felipe VI.

Patrimonio Nacional se ocupa de la salvaguarda de unos espacios y objetos que, en gran parte, siguen teniendo un uso activo. Todos nos fijamos en ese magnífico tapiz que preside la sala de recepciones en Zarzuela, en la exuberante decoración del Salón del Trono en la recepción de credenciales de los Embajadores del Palacio Real, el uso del Palacio de El Pardo como lugar de acomodo de los jefes de Estado en sus visitas oficiales a España, o El Escorial como panteón de Reyes y de la familia real. Conseguir el equilibrio entre la conservación correcta de esos objetos y su ubicación dentro de espacios históricos, con una alta calidad artística y, por tanto, únicos en su condición, y el uso necesario de los mismos, en realidad ejerciendo la función para la que fueron hechos, es una tarea nada fácil para esos conservadores y especialistas de Patrimonio Nacional. Por eso, la Galería de colecciones reales que ahora se inaugura facilitará mucho esta labor. Además, es una buena muestra de todo lo que está bajo su custodia, visibilizando de una forma mucho más concreta la riqueza de su amplio y variado patrimonio, al mismo tiempo que hace más palpables los lugares de donde proceden las piezas. Siempre pensamos en los palacios y sitios reales, pero a Patrimonio Nacional pertenecen también los extraordinarios conventos de las Descalzas Reales y la Encarnación en Madrid, o las Huelgas Reales en BurgosTordesillasYuste y un largo etcétera por todo el territorio peninsular.

Creo que es muy interesante el nombre del nuevo espacio que abre Patrimonio Nacional en el edificio de Mansilla + Tuñón en los Jardines del Moro. La ubicación es excepcional, y el hecho de que se denomine galería frente al sentido más estricto de museo aporta, quizá, menor rigidez en cuanto a la variabilidad de la exposición permanente de la colección. Es tan amplio el número de piezas y tan diversas, que el público podrá renovar con asiduidad su visita a este espacio y encontrarse con novedades en su exposición, como así se prevé.

Después del tiempo que se ha esperado, es una gran noticia la inauguración de este espacio. Como ya se ha comentado en otras ocasiones desde esta columna, no se puede valorar y apreciar lo que no se conoce, por eso creo que poder ver de cerca y en condiciones de iluminación y preservación óptima esta primera selección de piezas, a pesar de sacarlas del contexto para el que fueron creadas, va a traer consigo un doble efecto: por un lado, el deleite de la pieza misma para el espectador, que podrá fijarse de forma detenida en todos aquellos detalles que de otro modo sería imposible y, por otro lado, generar la curiosidad de verla en su contexto, favoreciendo después una visita a esos lugares para donde fue encargada. Y es que Patrimonio Nacional tiene la singularidad con que otros museos y colecciones no cuentan, conservar los lugares y el uso para los que los objetos fueron realizados.

Es una pena que por cuestiones políticas se desluzca la puesta de largo de este nuevo espacio de exhibición del patrimonio histórico español y, por tanto, de todos. Pero lo es mucho más, que no sea el jefe del Estado y su familia la primera que se vaya a fotografiar en este recién inaugurado espacio.