Estreno de cine

Crítica de 'El cazador de recompensas': un remedo del Lejano Oeste

Las limitaciones presupuestarias pasan factura a la película de la leyenda del 'western' Walter Hill

El cacador de recompensas

El cacador de recompensas

Nando Salvà

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Walter Hill empezó su carrera escribiendo guiones para series como ‘La ley del revólver’ y ‘Bonanza’, y décadas después dirigió películas del Oeste destacables como ‘Forajidos de leyenda’ (1980) y ‘Wild Bill’ (1995). Y por eso resulta doloroso que, con su nuevo trabajo, esta leyenda viva aporte tan poca cosa al género al que más estrechamente se lo ha asociado. 

La película está dedicada a Budd Boetticher, y algo hay de la simplicidad y la crudeza típicas del cine de ese maestro del ‘western’ en el retrato que Hill traza de un cazarrecompensas moralmente obligado a decidir entre su codicia y su conciencia. Está claro que uno de sus objetivos es evocar la iconografía del ‘Far West’ manejando elementos arquetípicos como las partidas de póquer, las carreras a caballo por la llanura, los bandidos y los duelos finales, pero al mismo tiempo trata de actualizar el género planteando asuntos de raza y discriminación de género. 

Sin embargo, los gestos de inclusión de la película se ven socavados por el desinterés de Hill en dotar a los personajes de más de una dimensión o en dramatizar sus conflictos como habrían requerido. El relato exhibe cierta energía durante sus breves escenas de acción y sus contadas panorámicas, pero el resto de su metraje es puro relleno, y eso es algo que queda subrayado por la tosquedad formal del conjunto, que solo se explica -considerando el historial de Hill, más que nada- por un exceso de limitaciones presupuestarias.