Crítica de música

Poca Callas y mucha Abramović en el Liceu

El Gran Teatre barcelonés estrenó con éxito el espectáculo '7 Deaths of Maria Callas', un tributo de la artista serbia a La Divina en el centenario de su nacimiento

Pablo Meléndez-Haddad

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No le pudo venir mejor al Liceu este espectáculo concebido por la artista serbia Marina Abramović inspirado en Maria Callas. Y, a pesar de que la legendaria artista actuó solo una vez en el Gran Teatre barcelonés (en un concierto en 1959, nunca en una ópera), el centenario de su nacimiento que se celebra este año la vuelve a poner de plena actualidad. Así, de la mano de Abramović, se le rinde un merecido homenaje. Callas fue decisiva en la historia de la lírica y, aunque ‘7 Deaths of Maria Callas’ se centra ególatramente en la ‘performer’, al menos la obra se mueve en algunos de los personajes que La Divina convirtió en inmortales.

La propuesta, muy aplaudida por el público del Liceu que agotó las tres funciones programadas, da juego a la exploración de nuevos lenguajes artísticos dentro del mundo de la lírica. La artista serbia, que firma el proyecto, la dirección de escena y la escenografía, integra lo que podría ser una gala lírica en un espectáculo en el que indaga en los tópicos de su trayectoria artística, paseándose por las posibilidades que brinda al arte el cuerpo femenino, la muerte y el dolor físico y espiritual, con una mirada autobiográfica.

Abramović vierte en la tragedia de la propia Callas –su maestría, su sabiduría, su enamoramiento enfermizo por Onassis, su maternidad frustrada, su corta vida artística– y en los personajes que ha escogido para el montaje los elementos que han caracterizado su imaginería artística combinando la interpretación lírica con el arte en vivo y la video-creación, aspecto, este último, que tiene una importancia vital y que cuentan vídeos con el actor Willem Dafoe como símbolo masculino, de opresión, de violencia y de Onassis. 

Con libreto de Petter Skavlan, dramaturgia de Benedikt Stampfli y una fantástica iluminación de Urs Schönebaum, ‘7 Deaths of Maria Callas’ arranca con una obertura tímbricamente variada y ensoñadora del compositor serbio Marko Nikodijevic, con la propia Abramović encarnando a una Callas agónica en su apartamento de París. Ello antes de que se le presenten a los pies del lecho siete cantantes muriendo de amor de la mano de un fragmento operístico, cada una en distintas circunstancias, desde la enfermedad al suicidio, estrangulada o acuchillada por su pareja, víctima de la locura o inmolada en una hoguera. A ellas –todas vestidos de Bruna, la fiel asistenta de la diva– se les une Abramović como actriz en los vídeos, en un desdoblamiento con los personajes operísticos.

Los siete icónicos roles de Callas representados, unidos por interludios de música electrónica y textos reflexivos, corrieron a cargo de las sopranos Gilda Fiume (una poderosa Violetta Valéry de ‘La Traviata’ de Verdi), Vanessa Goikoetxea (expresiva y punzante Floria Tosca de ‘Tosca’ de Puccini), Benedetta Torre (una irregular Desdemona de ‘Otello’ de Verdi, personaje nada representativo de Maria Callas que nunca cantó ni grabó), Antonia Ahyoung Kim (voluntariosa Cio-Cio San, de ‘Madama Butterfly’ de Puccini), Leonor Bonilla (una espectacular Lucia Ashton de ‘Lucia di Lammermoor’ de Donizetti) y Marta Mathéu (Norma, de la ópera de Bellini, título que ya interpretó en el Liceu), además de la mezzosoprano Rinat Shaham como una espléndida Carmen, de la ópera homónima de Bizet.

Tras las siete arias y las muertes en vídeo, Abramović vuelve a escena, siempre yacente, ahora en un decorado que recrea la habitación de Maria Callas ilustrado con un interludio del coro, mientras la 'performer'-Callas se levanta de la cama y vive las visiones de sus últimos momentos, para morir en la soledad de una casa que es aseada y cerrada por la fiel Bruna clonada en la piel de las siete cantantes. Cae el telón y se escucha la voz de Callas por única vez, en su mítica interpretación de "Casta diva".

Dirigió con soltura a la Simfònica del Liceu (el coro no intervino en las arias) el maestro mallorquín Antonio Méndez, en su debut liceísta.

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