Óbito

Burt Bacharach, compositor de canciones pop eternas, muere a los 94 años

El 'hit maker' estadounidense deja un legado abrumador de canciones a la vez comerciales y refinadas, creadas en tándem con el letrista Hal David, como ‘I say a little prayer’, ‘What the world needs now is love’ o ‘The look of love’

Burt Bacharach

Burt Bacharach / Oli SCARFF / AFP

Jordi Bianciotto

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El auge del pop en los 60 tuvo que ver con jóvenes melenudos de guitarras estridentes, pero ahí, en aquel bullicioso paisaje, Burt Bacharach señoreó con su distintiva marca personal: un cancionero tan comercial como sofisticado, que elevó hasta lo más alto la etiqueta (discutible) de ‘easy listening’. Creador de una abrumadora ristra de ‘hits’ (73 temas en el ‘top 10’ estadounidense), Bacharach falleció este jueves, a los 94 años, en su residencia de Los Ángeles. 

En la obra de este músico crecido en una familia judía (Kansas City, 12 de mayo de 1928) se advertía un amplio conocimiento musical, fruto del adiestramiento académico al piano, del temprano gusto por el jazz y de las clases de composición con tutores del calibre de Darius Milhaud. De este maestro modernista recordó siempre Bacharach un consejo: “Burt, nunca te avergüences ni te sientas incómodo por una melodía que la gente pueda recordar o silbar”. Ciertamente, le hizo caso, como se aprecia ya en sus primeras tonadas de éxito, como la bastante naíf ‘Magic moments’, número 4 en el ‘hit parade’ de 1957 en la voz de Perry Como.

Excelencia orquestal

Cuando su carrera despegó ya arrastraba una larga experiencia como pianista al servicio de intérpretes como Vic Damone, Paula Stewart (su primera esposa) y la mismísima Marlene Dietrich, a quien acompañó por medio mundo durante cinco años. Pero el contacto con el letrista Hal David, en los despachos del neoyorkino Brill Building, marcó su rumbo. El tándem Bacharach-David devino un talismán de éxito. Ahí estuvieron, en 1962, ‘Make it easy on yourself’, un ‘must’ del pop orquestal (popularizado por The Walker Brothers), y la balada trémula ‘Don’t make me over’, debut de una cantante de sesión, a la que se adivinaban posibilidades, llamada Dionne Warwick. 

La asociación con Warwick dio lugar un abrumador ciclo de dianas: de ‘Walk on by’, ‘Anyone who had a heart’ y ‘Alfie’ al arrollador ‘I say a little prayer’, y de ahí a otras exquisiteces melódicas, como ‘I’ll never fall in love again’ y ‘Do you know the way to San José?”. Y más perlas de las que sacaron partido Tom Jones (huracanado ‘What’s new, pussycat?’), Jackie DeShannon ('What the world needs now is love') o Dusty Springfield (la quebradiza intimidad de ‘The look of love’). En los 70, Bacharach (casado entonces con la actriz Angie Dickinson) y Hal David se separaron y Warwick los demandó (con éxito). Pasada su era dorada como ‘hit maker’, Bacharach volvió a las listas en los 80 con ‘Arthur’s theme (best that you can do)’ (para Christopher Cross) y ‘That’s what friends are for’, donde hizo las paces con Dionne Warwick (formando equipo compositivo con su tercera esposa, Carole Bayer Sager).

Reivindicación otoñal

En tiempos de la hegemonía cultural del rock se le tachó de sentimental y cursi, pero una renovada mirada a su arte pop le reivindicó a partir de finales de los 90. El ‘boxset’ ‘The Look of love. The Burt Bacharach collection’ se convirtió en objeto de culto de jóvenes aficionados, Elvis Costello se marcó con él un hermoso álbum a dúo (‘Painted from memory’) y brotaron fans como The Divine Comedy o Rufus Wainwright.

Anotándose su cuarto matrimonio (discreta Jane Hansen), y atesorando distinciones en los Grammy (seis) y los Oscar (tres), disfrutó en su edad otoñal del calor del público en selectas giras como la que pasó por Madrid y Málaga en 2009, y en el multitudinario Glastonbury Festival, en 2015. En este punto de su carrera, todos querían ver, y emocionarse, con el océano de tonadas de Burt Bacharach.