Discos de la semana
John Cale, todavía en vanguardia a los 80 con 'Mercy'
El galés exorciza los fantasmas globales modernos y evoca a Nico y David Bowie en un notable álbum de canciones hipnóticas en el que toman parte talentos de generaciones mucho más jóvenes, como Weyes Blood, Animal Collective y Sylvan Esso
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Rafael Tapounet
Periodista
Jordi Bianciotto
Periodista
Roger Roca
Periodista
El documental de Todd Haynes sobre The Velvet Underground (2021) reanimó no solo la leyenda de la muy citada banda neoyorquina sino la importancia de este galés emigrado a Nueva York llamado John Cale. Músico de diversos registros: ejecutante radical de viola, pianista neoclásico, ‘punk rocker’ de vanguardia. Y, más todavía, caballero inquieto, a los casi 81 (que cumplirá el 9 de marzo), fascinado por los poderes de la electrónica y atraído por los talentos de generaciones más jóvenes.
Por ahí se mueve ‘Mercy’, la novedad que nos entrega quien un día produjo los primeros discos de The Stooges y Patti Smih. Álbum que ofrece un contraste sónico respecto al regreso a la crudeza guitarrera de ‘Black acetate’ (2005) y el art-rock con flecos electrónicos de su hasta ahora última obra con composiciones nuevas, ‘Shifty adventures in Nookie wood’ (2012). Su clima fantasmal, de madrugada descarriada a la luz del neón, tiene más que ver con las revisiones enrarecidas del clásico ‘Music for a new society’ (1982) que brindó en el disco de ‘remakes’ ‘MFANS’ (2016).
Angustia y desamparo
En aquellas nuevas versiones extremadas venía a exorcizar la muerte de su enemigo íntimo Lou Reed, y ahora, en ‘Mercy’, se las tiene con otra clase de espectros, como el auge de las ideologías totalitarias, las pandemias y el cambio climático. Asuntos que flotan en torno a un repertorio que desde el homónimo tema de apertura clama por la autocompasión: “Días y días perdidos en la angustia / Noches llenas de lujuria / Levántame y muéstrame misericordia / Piedad, ten piedad”, aúlla Cale como un paquidermo herido entre los fríos oleajes del sintetizador.
‘Mercy’ transmite cierta angustia y desamparo, si bien Cale logra que los recursos electrónicos extraigan una distante emotividad de las canciones, aunque sea a título terminal. Un halo narcótico, como de enfermo sedado que tiene visiones, cubre piezas como ‘Marilyn Monroe’s legs’, con los zumbidos y ‘drones’ del artista británico Actress. Este es también un disco de colaboraciones: Weyes Blood, dando un suave eco vocal a ‘Story of blood’, donde el piano da paso un ‘soundscape’ de ensueño (o pesadilla); el dúo Sylvan Esso en la enmienda a la Europa moderna de ‘Time stands still’ o los chicos de Animal Collective, agitando las alucinaciones de ‘Everlasting days’.
Los fantasmas pueden tener rostro humano y cercano: Nico, la “dama lunática yonqui”, en ‘Moonstruck’, y David Bowie, con quien ronda por la noche neoyorquina de los 70 en la álgida ‘Night crawling’. De hecho, ‘Noise of you’, el nuevo ‘single’, transmite un ánimo que puede traernos a la memoria aquel ‘Where are we now’, del penúltimo Bowie. Ecos melancólicos, y desazón por el futuro, que Cale procesa sin autocomplacencia, caminando en los límites del arte musical, en el filo, como siempre fue. Jordi Bianciotto
Otros discos de la semana
En su segundo elepé, el quinteto dublinés deja atrás las (perezosas) comparaciones con Fontaines DC y, con la complicidad del productor John Congleton, construye un paisaje sonoro inequívocamente personal en el que el talentoso James McGovern se reivindica como una especie de Sinatra posapocalíptico que declama sus poemas de amor y supervivencia sobre un fondo de sintetizadores, pedales de efectos y ritmos hipnóticos. Suena a disco importante y probablemente lo será. Rafael Tapounet
Hace dos décadas engrosaba la familia ‘indie’ con Baked Beans, pero el cantante y autor de Reus encontraría su sitio en las fuentes eternas del rock’n’roll y cercanías, con acentos ‘roots’, trompetas fronterizas y baladas de carretera (y letras en castellano). Este doble álbum recorre su carrera en solitario incorporando regrabaciones, estrenos y duetos (Lichis, Nat Simons, Rozalén), recordando que es posible sacar lustre a materiales que parecían gastados. J. B.
El pianista Jason Moran, una de los pensadores más originales del jazz norteamericano, reivindica a James Reese Europe, héroe olvidado de esta música, que hizo entrar el jazz en el Carnegie Hall de Nueva York pero también lo trajo a Europa durante la Primera Guerra Mundial. En manos de Moran, su trío y una potente sección de vientos, los blues, los ragtime y las marchas de Reese Europe, mezcladas con música original que enlaza tradición y futuro, suenan a la vez auténticas y actuales. Un trabajo conceptual imponente, y lo más importante, música conmovedora. Roger Roca
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