Crítica de cine

'Glass Onion’: una película que es una broma gigantesca a costa de Agatha Christie

Las nuevas aventuras de Benoit Blanc (Daniel Craig) llegan a Netflix y son una intriga detectivesca tan sofisticada como marciana que se complace en mostrar un repertorio amplio de referencias de cultura popular

Daniel Craig, en la presentación en Madrid de 'Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion'

Daniel Craig, en la presentación en Madrid de 'Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion' / Luis Millán / EFE

Quim Casas

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La segunda entrega de las andanzas del detective francés Benoit Blanc, el último de los caballeros detectivescos, homosexual según ha declarado su creador –el director Rian Johnson–, mezcla inusitada y gozosa de Hércules Poirot, Sherlock Holmes, Jacques Tati y la línea clara del cómic franco-belga, empieza algo farragosa. Pero cuando entra en materia, sitúa al detective y a las posibles víctimas y asesinos –una fauna variopinta de ricos e interesados– en una lujosa mansión en una isla griega, Johnson (y Daniel Craig como Blanc) entran a degüello sublimando, a la vez que ridiculizando, las historias de intriga imaginadas hace décadas por Agatha Christie y que tan bien siguen funcionando: ‘Puñales por la espalda’ fue un éxito como lo han sido las dos películas de Kenneth Branagh encarnando a Poirot.

Hay una sustanciosa broma a costa de la guitarra con la que Paul McCartney tocó el tema de los Beatles que da subtítulo al film, ‘Glass onion’. No es la única referencia en una intriga detectivesca tan sofisticada como marciana que se complace en mostrar un repertorio amplio de referencias de cultura popular: el juego del Cluedo, la película ‘Un cadáver a los postres’ de la que toma no pocas ideas, el muelle de cristal de la isla diseñado por Banksy, la tenista Serena Williams, el pianista Liberace, el compositor Philip Glass, la escritora Gillian Flynn, la ‘Mona Lisa’ de Nat King Cole e incluso una salsa picante inventada por el actor Jeremy Renner. Una broma gigantesca que, por personajes, puede recordar por momentos al desfile de ‘freakies’ del ‘reality’ español ‘First class’.