Primavera Sound

Sao Paulo, a los pies de la eterna magia de Björk

La islandesa y Arctic Monkeys, protagonistas de un despegue de lujo de la primera edición del Primavera Sound en Brasil, donde ya se respiran los aires de cambio

Björk, en el concierto que ofreció el sábado en el Primavera Sound de Sao Paulo

Björk, en el concierto que ofreció el sábado en el Primavera Sound de Sao Paulo / Santiago Felipe / Primavera Sound

Leticia Blanco

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Organizar una primera edición de un festival no es fácil, y menos si es en otro continente, a miles de kilómetros de distancia. Por eso tiene tanto mérito el debut del Primavera Sound en Sao Paulo, que el sábado reunió a 55.000 personas en el Distrito Anhembi, un parque ferial que vendría a ser la versión exótica del Fòrum, con un sambódromo espectacular y árboles tropicales a pie del escenario.

La emoción por ver a Björk, que no pisaba Brasil desde 2007, se palpaba en el ambiente en la noche del sábado. Su aparición tuvo algo de mágico y trascendental. Salió al escenario vestida de látex negro con una especie de kimono deconstruido en rojo y verde claro, algo así como una versión centrifugada, 25 años después, del legendario vestido de Alexander McQueen inmortalizado en la portada del 'Homogenic'. Con un maquillaje estilo kabuki y una máscara metalizada en forma de orquídea, la islandesa apareció en escena visiblemente emocionada. No tardó ni medio segundo en meterse a todo el festival en el bolsillo con sus bailes espamódicos, sus sonrisas de eterna niña traviesa y ese cantar suyo, un género vocal en sí mismo, que la hace tan única y especial. Con lo difícil que es ser raro y original a estas alturas del siglo XXI, Björk lo sigue consiguiendo.

La islandesa estuvo acompañada por una orquesta local, la Fundação Bachiana Filarmônica, dirigida por el islandés Bjarni Frimann Bjarnason, el jovencísimo director de la Ópera de Islandia que también se pondrá al frente de las orquestas locales de Santiago de Chile y Buenos Aires en los próximos conciertos. Björk acaba de publicar un nuevo disco, 'Fossora', que no es precisamente de escucha fácil, pero en concierto apostó por una fórmula más adaptada para todos los públicos y trasladó sus hits al formato orquesta: empezó con 'Stonemilker', siguió con clásicos como 'I’ve seen it all' y 'Hunter' y para cuando llegó el turno de 'Hyperballad', con el atardecer a punto de cerrarse, a más de uno se le empañaron los ojos. 

Un momento de la actuación de Björk en el Primavera Sound de Sao Paulo

Santiago Felipe / Primavera Sound

Tras la islandesa llegó el turno de Arctic Monkeys, con una masa de fans ultraentregados a su líder, Alex Turner, que tiene una presencia descomunal sobre el escenario. Serio, distante, ultra seguro de sí mismo y con una actitud de crooner que no puede evitar molar tanto (Ray-Ban de sol en las lentas, americana a medida y fular mod sobre camisa desabrochada), Turner alcanza unas cotas de carisma difícilmente superables. A su banda le sobran hits, y aunque acaban de presentar el muy aplaudido 'The car', el sábado hicieron vibrar a sus decenas de miles de fans con éxitos como 'Brainstorm', 'Why’d you only call me when you’re high?' o '505', con la que cerraron un concierto excelso, mayúsculo, sencillamente colosal.

Público joven y entusiasta

El principal factor diferencial del Primavera Sound Sao Paulo es que su público es mucho más joven que el de la edición madre barcelonesa, donde buena parte ha ido envejeciendo en paralelo al festival los últimos 20 años. La edad del asistente en Brasil ronda entre los 25 y los 30 y eso se nota en el ambiente: mucho estudiante, destacada presencia de la comunidad LGTBI, 'lookazos' que quitan el hipo por doquier y un entusiasmo generalizado que probablemente tenga que ver con cómo se viven los conciertos en un país donde la música es algo troncal para la mayoría de sus habitantes.

“¡Es mi primer festival, no me lo creo!”, explicaba un emocionado Guillermo, de 15 años, vecino de Sao Paulo, instantes antes de ver a su grupo favorito, Artic Monkeys, a los que sigue desde que tenía ocho años. Como Guillermo, una gran parte de los 55.000 asistentes al festival la noche del sábado se benefician del 50% de descuento en el precio de la entrada, una popular medida del gobierno brasileño que busca facilitar el acceso a la cultura a todos los estudiantes, tengan la edad que tengan. 

“Ole-ole-ola Lula-Lula”

La resaca electoral está siendo larga y complicada en Brasil. En Sao Paulo, la semana ha estado marcada por varios días de vigilia en protesta por la decisión del Tribunal Supremo de suspender las cuentas de Twitter e Instagram de varios diputados del partido de Bolsonaro. Pero dentro del festival, el ambiente no puede ser más pro-Lula, con cánticos espontáneos (“Ole-ole-ola Lula-Lula”) que fueron subiendo de intensidad a lo largo de la noche. “Mi abuelo murió por covid, así que odio a Bolsonaro. Me hace muy feliz que haya perdido las elecciones”, confiesa Guillermo. “Creo que el ambiente se calmará. Muchos temen ahora que Brasil acabe como Venezuela pero estoy convencido de que eso no sucederá”, añade.

Uno de los más explícitos en su apoyo a Lula fue Liniker, el joven artista de género no binario que arrancó su concierto con una llamada a “la celebración, la democracia y la esperanza” que desató una oleada de aplausos y vítores. Liniker es una de las voces más destacadas y populares de la nueva música brasileña. Lo suyo es una mezcla de soul con retazos de samba que a ratos recuerda a la apisonadora funk del legendario Tim Maia. Salió al escenario con un minivestido en rosa fucsia y botas plateadas y fue desgranando un puñado de canciones muy autobiográficas sobre su dura trayectoria vital: fue víctima de abusos a los 12 años, no se considera hombre ni mujer y su inmensa popularidad (el público se sabía todas sus canciones) en un país tan conservador como Brasil es la señal de que los tiempos están cambiando.

El concierto de Helado Negro, la propuesta del norteamericano de raíces ecuatorianas Roberto Carlos Lange, también tuvo algo de político. Era la primera vez en Brasil del artista que ha renovado el discurso de la música latina en Estados Unidos y que mejor ejemplifica el carisma tranquilo, de antiestrella. El público se emocionó especialmente con uno de sus temas más populares, 'País nublado', una canción de optimismo melancólico lanzada en los días más oscuros del trumpismo que Lange dedicó personalmente a Lula. Se respiran tiempos de cambio en Brasil y en el Primavera Sound soplan fuerte.

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