Nuevo proyecto

Raúl Rodríguez: “La gente prefiere ver el documental de un artista muerto a ir a un concierto de música nueva”

El músico sevillano abre el ciclo De Cajón! en Luz de Gas presentando su fogoso 3F Power Trio, con el que convierte su singular instrumento, el tres flamenco electrificado, en “un dragón de siete cabezas”

Raúl Rodríguez, fotografiado esta semana en Barcelona

Raúl Rodríguez, fotografiado esta semana en Barcelona / Jordi Otix

Jordi Bianciotto

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Asociamos a Raúl Rodríguez a una música poética y aventurera, a ese mestizo “Caribe afro-andaluz” sobre el que tan bien teoriza y que no deja de desarrollar disco a disco, pero ojo, porque lo que se avecina para este martes en Luz de Gas augura otro tono. El músico sevillano presenta su 3F Power Trio, formación levantisca en la que su instrumento primordial, el tres flamenco (de tres cuerdas dobles), se abre sin reservas a la electricidad. “Lo paso por la pedalera, con distorsión y ‘wah-wah’, y puede convertirse en un dragón de siete cabezas”, avisa este músico que, con 48 años, conmemora su 30º aniversario de carrera.

El concierto abrirá el ciclo De Cajón!, sección flamenca del Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona, y mostrará su entente con dos músicos de altos vuelos, el bajista Juanfe Pérez (cuyo largo currículo va de La Tremendita a Diego Amador) y el percusionista Jimmy González (Kiko Veneno, G5). El nombre del combo lanza un guiño a los venerables ‘power tríos’ de otra época, tipo Cream o The Jimi Hendrix Experience, y la conexión espiritual con el rock está en el ambiente. “Juanfe y Jimmy son fans de Frank Zappa y King Crimson, y yo me crie en la onda del rock andaluz, de Smash, Imán y Cai, grupos que utilizaban la electricidad sin miedo”, explica Raúl Rodríguez Quiñones, hijo de Maribel Quiñones, Martirio. “Mi sensación no es de estar haciendo fusión, sino algo purista, porque hago lo que veía que se hacía en casa”.

Género sin nombre

En Luz de Gas adelantará músicas de su próximo disco-libro, tercera entrega de su obra en solitario: tras ‘Razón de son’ (2014) y ‘La raíz eléctrica’ (2017), a finales de febrero llegará ‘La razón eléctrica’, cuyo adelanto, ‘La vida es una rueda’, ya está en las plataformas. La brújula apunta ahora a África, a países como Mali, Senegal, Guinea Ecuatorial y Madagascar, que ha visitado para tomar parte en residencias artísticas. “De ahí salen instrumentos presentes en el disco como la kora, el balafón y el ngoni”, explica Rodríguez, que no ha grabado allí sesiones para el disco, pero que ha trabajado “en la interiorización de esos lenguajes musicales”. Con todo ello, ¿hablamos de un género inédito, fruto de esas fusiones? “No lo sé, y no lo quiero saber. Si le pongo nombre, ya lo tengo hecho”.

Raúl Rodríguez es antropólogo, y arrancó su carrera musical a los 18 con un grupo llamado Los Innombrables. Luego vendrían sus asociaciones con Mártires del Compás, Kiko Veneno, Javier Ruibal y Juan Perro, además de su propia madre (con quien ha trabajado como músico y productor), y los proyectos CaraOscura y Son de la Frontera. Más que suficiente para saber, a estas alturas, qué terreno pisa en la escena y en el ‘show business’, donde se ve practicando un “discurso insurgente e insurrecto”, reflexiona. “No estamos a la venta, y eso marca una diferencia. El sistema sabe que no te puede comprar, y ni te lo propone”.

Tocar música nueva

Advierte que hoy, en la profesión, “las desigualdades son más grandes”, y lo peor es que “se ha normalizado la precariedad y el hecho de que todo el mundo saque partido económico de la música menos el músico”. A su juicio, eso no es solo grave para ese sector específico, sino “para el conjunto de la sociedad, que no puede tener un contacto físico con los creadores de su tiempo”. En la actualidad, observa Raúl Rodríguez, “la gente prefiere ver el documental de un artista muerto que ir a un concierto donde alguien presenta música nueva”. Ante ello, su solución es expeditiva: “continuar y no dimitir”.