Festival de Sitges

Velasco Broca: “Dejo el cortometraje. ‘Alegrías riojanas’ es el último”

El afamado y premiado director de cine experimental presenta en Sitges ‘Alegrías riojanas’, película de 28 minutos con la que cierra su carrera en el formato corto antes de saltar, por fin, al largometraje con su proyecto ‘El futuro testamento’.

El director César Velasco Broca, fotografiado en Sitges antes de presentar 'Alegrías riojanas'

El director César Velasco Broca, fotografiado en Sitges antes de presentar 'Alegrías riojanas' / Jordi Cotrina

Julián García

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Velasco Broca tenía 4 años cuando sus padres abrieron el primer videoclub de la ciudad de Logroño en 1982. “Creo que de ahí viene el ‘flow’ de mis películas”, recuerda el director riojano, definido en su día por el periodista Philip Engel, de forma muy atinada, como “el profesor Bacterio del otro cine español”. Como es natural, sus padres no le dejaban ver según qué películas de terror, pero él, solo con la carátula del VHS, la cara del monstruo y la sinopsis ya se montaba la historia en su cabeza. “Mi cine, en efecto, tiene algo de eso: de fotograma con sinopsis, con una historia que se desarrolla no como en las películas convencionales, sino como en la imaginación de un niño”, relata Velasco Broca, de visita en Sitges para presentar su último corto, ‘Alegrías riojanas’. Y lo de ‘último’ es literal: jamás rodará un filme en este formato. Después de casi 25 años de exitosa carrera en el corto, Velasco Broca se pasa al fin al largo.

Recién premiada en el Fantastic Fest de Austin, ‘Alegrías riojanas’ es, de algún modo, la precuela de ese largo, que está en fase de producción y que se titulará ‘El futuro testamento’. “Se acabó lo de los cortos. No me veo haciendo más. ¿Otro corto de Velasco con 50 años? Anda ya, tío. Esto del cine para mí no ha sido un negocio, más bien una afición, y de ahí que siempre me haya considerado un cineasta amateur. He decidido que lo voy a dejar de ser. ¡Quiero que la gente vea mis películas!”, exclama el director y montador, maestro de un tipo de cine raro, fascinante híbrido de costumbrismo y ciencia ficción, refractario a la narrativa convencional, rodado casi siempre en blanco y negro y película analógica, deudor tanto de José Val del Omar como de Philip K. Dick o de Robert Bresson.

Adiós a la precariedad

Más allá del genio, el talento y los premios, ha habido, también, muchas estrecheces en la carrera de Velasco Broca, en la que destacan gemas de lo extraño como ‘Der Milchshorf / La costra láctea’ (2004), ‘Avant pétalos grillados’ (2007) y la excepcional ‘Nuestra amiga la Luna’ (2016). Entre pitos y flautas, el riojano nunca había podido tirar adelante un largometraje y parece que al fin ha llegado el momento. “Se acabó. Prefiero hacer una película cada ocho años, ser menos productivo, pero que sea la película que ‘he soñado’ hacer, no la que ‘he podido’ hacer”, dice el director, que reniega de la precariedad como motor creativo. “Muchas escuelas de cine apuestan por el ‘do it yourself’ y creo que eso le quita ambición a la gente. Hay que luchar por tener medios económicos, porque sin medios es difícil hacer la película que tienes en tu cabeza. Sin dinero, ‘Alcarràs’ no habría podido ser la película que es hoy. Eso es así”.

El brigadier del Averno

Volviendo a ‘Alegrías riojanas’ (que se proyectará el lunes en el Auditori como sabroso aperitivo de 'Incroyable mais vrai', de otro fascinante marciano como Quentin Dupieux), es cien por cien Velasco Broca: una extraña historia de 28 minutos sobre un oftalmólogo al que atropella un coche sin haber sido absuelto en confesión y cuya alma inmortal será arrojada a un purgatorio de aspecto medieval poblado de grotescas criaturas, entre ellas Sargatanas, brigadier de las milicias del Averno. A partir de esta sin par premisa, Velasco Broca da rienda suelta a su imaginación en forma de cuevas repletas de calaveras, niños alienígenas jugando al Simón, estancias atiborradas de aparatos de grabación y reproducción analógica ochentera (casetes, videocámaras, discos de vinilo, tocadiscos) y gente hablando, porque sí, en italiano. El nombre del corto, precisamente, no hace alusión a ningún baile regional riojano, como podría pensarse, sino a un tipo de pimiento autóctono, de aspecto similar al de piquillo, pero endiabladamente picante, “del mismo color y rollo ‘hot’ picante que el demonio Sargatanas”, según el director, enviciado, confiesa, en su consumo: “Como cuatro frascos al mes. Me encanta el picante”.

César Velasco Broca, fotografiado en Sitges, antes de presentar 'Alegrías riojanas'

Jordi Cotrina

Velasco Broca advierte de que 'El futuro testamento' será otra cosa. “No querría ser presuntuoso, faltaría más, pero creo que ‘Alegrías riojanas’ vendría a ser el ‘Cabeza borradora’ de Lynch, y ‘El futuro testamento’, su ‘El hombre elefante’. Nadie me cree cuando lo digo, porque la narrativa de mis cortos siempre ha sido muy experimental, pero os aseguro que el largo será más convencional, aunque con mi estilo: estará basado en la narrativa del cine negro, el terror gótico y la ciencia ficción de los años 40 y 50. Será como un viaje en el tiempo, como una película de entonces, pero en 2024, que es cuando, si todo va bien, se estrenará”. Para tal fin, Velasco Broca se ha rodeado de un equipo que intentará ponerle “en cintura”, un poco como cuando Mark Frost intentaba bajar a la Tierra las locas fantasías visuales de Lynch mientras  hacían ‘Twin Peaks’: “Es así, amigo. Estoy coescribiendo el guion con gente bastante ‘mainstream’”.