Festival de San Sebastián

Sebastián Lelio carga contra el fanatismo religioso en 'The Wonder'

La nueva película del cineasta chileno comparte jornada en el certamen donostiarra con 'Walk Up', de Hong Sangsoo, y 'Los reyes del mundo', de Laura Mora

Sebastián Lelio y la joven Kíla Lord Cassidy, en San Sebastián

Sebastián Lelio y la joven Kíla Lord Cassidy, en San Sebastián / Juan Herrero

Nando Salvà

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Puestos a generalizar, podríamos decir que el chileno Sebastián Lelio hace películas sobre mujeres que intentan abrirse camino en entornos casi siempre opresivos y contaminados por un celo reaccionario típicamente masculino. Y, puestos a resumir, digamos también que la nueva ficción del director de títulos como ‘Gloria’ (2013) y ‘Una mujer fantástica’ (2017), gracias a la que este año compite por la Concha de Oro, es exactamente eso. ‘The Wonder’ transcurre en la Irlanda rural del siglo XIX, y la protagoniza una enfermera contratada para investigar a una niña de 11 años que aparentemente lleva cuatro meses sin comer, y a la que los patriarcas locales se muestran impacientes por proclamar un milagro divino.

Pero el cine de Lelio es mucho más que reivindicación feminista y, por tanto, ‘The Wonder’, también. Aunque sus similitudes argumentales con ‘El exorcista’ (1973) y la espesa atmósfera sombría que la envuelve conectan con el cine de terror, es otra cosa: una reflexión sobre el poder de la historias, las que la sociedad nos cuenta para convencernos y someternos y aquellas que creamos acerca de nosotros mismos; y la religión, por supuesto, es una más de esas narrativas, especialmente ilustrativa acerca de ese poder.

‘The Wonder’ opone religión y ciencia, creencia y evidencia, y defiende que tanto la fe como lo empírico son necesarios. Asimismo, muestra primero frustración y luego furia apenas contenida contra los usos y los abusos que se hacen en nombre de Dios. No es una película contraria a la religión sino un ataque a los extremismos y los fanatismos, contundente sin necesidad de recurrir a histrionismos melodramáticos, y de rabiosa actualidad en tanto que está poblada por personajes que niegan todos aquellos hechos y verdades que no concuerdan con sus propias ideas. Por algún motivo, eso sí, se abre y se cierra con un pretencioso dispositivo ‘bretchiano’ que no solo destruye de forma absolutamente gratuita la cuarta pared sino que parece demostrar que Lelio no confía en la capacidad de entendimiento del espectador.

30 películas en 25 años

Otro de los grandes nombres presentes este año en la competición del certamen donostiarra es Hong Sangsoo, y la película que ha presentado es, si cabe, más austera y desnuda que las que componen su producción reciente. Contada en tres partes, cada una de las cuales tiene lugar en una planta distinta de un edificio -la relación de temporalidad que mantienen entre ellas es incierta-, ‘Walk Up’ acompaña a un cineasta a través de una serie de conversaciones con mujeres; lo ve envejecer, empezar y terminar relaciones, perder tanto su salud como su inspiración creativa. Y mientras contempla a ese personaje que a buen seguro es un trasunto de sí mismo, el coreano se muestra particularmente melancólico y, al mismo tiempo, travieso a la hora de cuestionarse acerca de la profesión. ¿Tiene sentido que un cineasta complete películas como si fuera una máquina solo para permanecer activo?, se pregunta el personaje. ‘Walk Up’, por si sirve como respuesta, es la 30ª película que Hong estrena en 25 años.

‘Los reyes del mundo’, en cambio, es solo el tercer largometraje de la colombiana Laura Mora; también aspira al palmarés que se anunciará el sábado y, de hecho, tiene altas posibilidades de entrar en él. Su premisa tiene andamiaje político -las amenazas y asesinatos que sufren aquellos colombianos que luchan por la restitución de la tierras que les fueron robadas por grupos paramilitares-, pero su peripecia argumental es esencialmente una versión juvenil de esas historias sobre grupos de personajes que se adentran en la jungla en busca de su propia versión de El Dorado, solo para descubrir que las tierras prometidas casi nunca cumplen sus promesas. Lo que la permite trascender el arquetipo es la extraordinaria habilidad de Mora a la hora de orquestar y componer imágenes que, de distinta manera -por su violencia, por su músculo, por su poesía, por su tristeza- resultan sobrecogedoras.

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