Antiguo Egipto

La piedra de Rosetta y Champollion: 200 años descifrando jeroglíficos

El Museu Egipci de Barcelona rescata de su Biblioteca material inédito vinculado al descubrimiento del sabio francés con motivo del bicentenario de un hito de la Egiptología

Champollion, retratado por Léon Cogniet. Y la piedra de Rosetta, que se conserva en el British Museum.

Champollion, retratado por Léon Cogniet. Y la piedra de Rosetta, que se conserva en el British Museum. / Made using TurboCollage from www.TurboCollage.com

Anna Abella

Anna Abella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Este mes se cumplen 200 años de un hito de la Egiptología. El 14 de septiembre de 1822, el esforzado, apasionado y obstinado Jean François Champollion gritaba, antes de desmayarse exhausto, aquel ya famoso "‘¡Je tiens l’affair!’" (¡Ya lo tengo!) al dar con las claves para descifrar la escritura jeroglífica tras estudiar concienzudamente las inscripciones de la piedra de Rosetta. Pocos días después, el 27 de septiembre, el genial historiador y filólogo francés, que sabía copto, griego, latín, chino, hebreo, árabe, sirio, persa y sánscrito, comunicaba oficialmente a la comunidad académica, en la Academia de Inscripciones y Bellas letras de París, su magno descubrimiento leyendo en alto la ‘Carta a Monsieur Dacier, relativa al alfabeto de los jeroglíficos fonéticos’. Aquella ponencia significaba que, al fin, los jeroglíficos egipcios dejarían de ser un misterio y empezarían a revelar sus secretos. 

"Viejos pelucones"

Para celebrar la efeméride y la apasionante historia que la rodea, el Museu Egipci de Barcelona ha buceado en su biblioteca, nutrida por su fundador, el coleccionista y empresario Jordi Clos, y ha extraído a la luz un buen puñado de libros y documentos vinculados al descubrimiento. Ante una antigua copia a escala real sacada de un molde en yeso de la piedra hallada en Rosetta en 1799, el conservador Luis Manuel Gonzálvez, enfundado en unos guantes blancos para manipular las piezas, destaca una de ellas, una carta inédita manuscrita del egiptólogo italiano Ippolito Rosellini a su maestro, amigo y colega Champollion, fechada el 15 de octubre de 1826, en la que figuran unas anotaciones con letra del francés que se deduce aprovechó para escribir una lista de cosas que debía llevar a un viaje: tres sacos de dormir, una caja de tela encerada, una bolsa de cuero, una sombrilla, un paraguas… En la misiva, su fiel discípulo Rosellini, entre otras cosas, le pone al día de "la gente que parece enemiga declarada de los jeroglíficos" y critica a detractores a los que califica de "viejos pelucones" o el "cara sucia", a quienes desea que el dios Amón Generador (provisto de un enorme falo, apunta Gonzálvez) "les golpee la cabeza con su tremenda arma omnipotente". 

Carta original de Rosellini a Champollion de 1826, con una lista manuscrita de este último en la parte izquierda. Pieza de la colección del Museu Egipci.

Carta original de Rosellini a Champollion de 1826, con una lista manuscrita de este último en la parte izquierda. Pieza de la colección del Museu Egipci. / ZOWY VOETEN

En la carta, adquirida por Clos en una librería anticuaria de Barcelona en 1993, Rosellini también le avisa de que el "Cardenal Arzobispo no ha permitido la impresión" de un artículo elogiando el descubrimiento en la ‘Gaceta de Bolonia’, algo, añade, que "no es de extrañar, porque ya se sabe que en los estados del Papa se hace la guerra más encarnizada al saber". Señala aquí Gonzálvez el peligro que podía suponer para la Iglesia que el contenido que pudieran revelar a partir de entonces las inscripciones jeroglíficas pudiera cuestionar sus verdades bíblicas, pero también cómo el talento del joven Champollion fue recibido por muchos con "envidia e ignorancia".  

Lámina de la obra 'Monuments de l’Égypte et de la Nubie', 1835-1889, con los resultados de la expedición de Champollion y Rosellini.

MUSEU EGIPCI

El museo Egipci prevé al menos tres presentaciones al público el 27, 28 y 29 de septiembre (bajo inscripción desde la web) de la exposición de este patrimonio conmemorativo que incluye también láminas gigantes dibujadas e ilustradas ‘in situ’ de las conclusiones de la expedición científica a Egipto y Nubia (1928-29) de Champollion y Rosellini. No faltan primeras ediciones de la citada 'Carta a Monsieur Dacier', de 1922, y de obras del sabio francés como su póstumo Diccionario egipcio. 

Se impone recordar el hallazgo de la piedra de Rosetta, datada en el 196 a.C: en julio de 1799 el comandante de las tropas de Napoleón Pierre-François Bouchard descubría entre la arena de una antigua excavación de aquella localidad un bloque de piedra negra de granodiorita de 760 kilos, que medía 112,3 centímetros de alto, 75,7 de ancho y 28,4 de espesor. Tenía el mismo texto escrito sobre el culto al faraón Ptolomeo V en jeroglíficos egipcios, en demótico y en griego antiguo. Cuando los británicos vencieron al Ejército napoleónico, la piedra, como valioso botín de guerra, acabó en el British Museum, donde sigue hoy, eternamente reclamada por Egipto, en especial por su egiptólogo estrella, Zahi Hawass.    

El conservador del Museu Egipci Luis Manuel Gonzálvez, señalando un antiguo libro de gran formato ligado a Champollion, ante la copia exacta de la piedra de Rosetta, este martes.

El conservador del Museu Egipci Luis Manuel Gonzálvez, señalando un antiguo libro de gran formato ligado a Champollion, ante la copia exacta de la piedra de Rosetta, este martes. / ZOWY VOETEN

Imposible no recordar la pasión de Champollion, un niño prodigio nacido en una familia humilde de Figeac en 1790, en plena Revolución Francesa, que tuvo una infancia dura, de la que arrastraría una mala salud. Con solo 10 años, en una visita a la prestigiosa colección egipcia de Jean Baptiste Fourier, se prometió que algún día sería capaz de leer los papiros que contempló. A los 18 ya era profesor en la Universidad de Grenoble y, con 16, pregonaba que la lengua copta era una forma tardía de la lengua hablada en época faraónica. 

Muerte prematura

Tras el descubrimiento de la piedra, numerosos científicos de todo el mundo intentaron descifrar el misterio de los jeroglíficos. Pero Champollion supo esclarecerlo y definió su esencia como "un sistema complejo de una escritura a la vez figurativa, simbólica y fonética en un mismo texto, una frase, yo diría que incluso, en la misma palabra". Nombrado Caballero de la Legión de Honor y conservador de la colección egipcia del Museo del Louvre, realizó el viaje a Egipto y Nubia con Rosellini, del que volvería a Europa con una salud muy resentida, agravada por su obsesiva dedicación a su actividad científica.

Falleció prematuramente, a los 41 años, en 1832, dejando una gran parte de su trabajo por completar, como su Gramática y su Diccionario egipcios, que publicaría su hermano mayor tras su muerte. Acertó el curandero que sanó a su madre cuando estaba embarazada de él y que, según explicaba el escritor y egiptólogo Nacho Ares en un artículo, vaticinó que pariría a un niño cuya fama perduraría eternamente. 

Suscríbete para seguir leyendo