Crónica de concierto

Serrat emociona en Peralada con su fiesta de despedida

El trovador de Poble Sec conmovió este sábado al público del festival con un refinado repaso a los clásicos de una era de la canción en el primero de sus cinco recitales de este verano en Catalunya, encuadrados en su gira de despedida.

Serrat emociona en Peralada con su fiesta de despedida

Jordi Bianciotto

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Cada recital es una despedida, y los de estos días transcurren en paisajes más y más familiares, removiendo sensaciones y recuerdos. Hace unos días, Serrat cantaba por última vez en Mallorca, escenario de tantas cuitas de juventud, con Maria del Mar Bonet como invitada, y este sábado recalaba en otra plaza muy ligada a su trayectoria, el Festival de Peralada, también aquí con una voz amiga, la cantante israelí Noa, en la primera estación catalana de la gira ‘El vicio de cantar 1965-2022’.

La emoción flotaba en el ambiente, pero Serrat supo manejarla con buen humor y una sonrisa guasona nada más salir al escenario, con los brazos abiertos, cruzando una teatral cortina de terciopelo rojo, para entonar ‘Temps era temps’, tema con memoria sentimental y vistas a Elena Francis, ‘Lo toma o lo deja’ y los cursos de Formación del Espíritu Nacional. Pero quiso asegurarse de que todos dejáramos de lado “la melancolía, la nostalgia y cualquier sentimiento de este tipo”, ya que estábamos “en una fiesta de despedida, sí, pero una fiesta”. Y el pasado ya no existe, vino a decir. “De ahora en adelante, solo nos queda el futuro”.

Un poco de humor negro

Fue un recital en el que tomarnos las cosas con calma, rondando las dos horas y media de canciones y pensamientos en voz alta. Cierta liturgia en el aire, con silencios respetuosos y ausencia de móviles en alto, rarísimo en un concierto actual. En cambio, Serrat no estuvo especialmente circunspecto, sino que bromeó con su adiós escénico e incluso tiró de humor negro cuando nos aconsejó que guardáramos las entradas. “En previsión de que, por lo que pudiera pasar, no llegásemos al final” (de la gira), deslizó. “Siempre podrán decir: ‘yo vi cómo cayó’”.

Las miradas hacia atrás siguieron con ‘Cançó de bressol’, el homenaje a su madre, la aragonesa, de Belchite, Ángeles Teresa, y con ‘El carrusel del Furo’, otro guiño familiar, este en honor a su abuelo materno, Manuel, asesinado en 1938. Personajes muy reales, en contraste con otros, surgidos de la mente de su autor, a los que quiso dar las gracias. “No son de verdad ni de mentira, sino fantasías o gotas de realidad, o quizá al revés”. Aludió ahí a ‘La mujer que yo quiero’ (que no cantó) para recordar que, en realidad, “no se bañaba en agua bendita, sino en ‘gintonic’”.

Más temas en catalán

Más clásicos de clásicos: ‘Romance de Curro ‘El Palmo’’, pieza bañada en el imaginario de la copla, y la sarcástica ‘Señora’. El mayor peso de las canciones en catalán marcó la diferencia con otros conciertos de la gira, y ahí estuvieron otras piezas como ‘Seria fantàstic’ y la lejana ‘Me’n vaig a peu’, tema en el que un veinteañero Serrat transmitía su decisión de emprender su camino por empinado que fuera. Y ‘La tieta’, muestra de su temprano don por el retratismo a la vez tierno e hiperrealista.

Junto a él, una banda de siete músicos con sendos maestros en cada flanco, a los teclados, Ricard Miralles y Josep Mas ‘Kitflus’. Cómplices estrechos, como lo fueron otros que quiso recordar, como los desaparecidos Josep Maria Bardagí, Juan Carlos Calderón y Francesc Burrull. Más humor sibilino: “he trabajado con mucha gente, ¡incluso con arreglistas vivos!”. Como Joan-Albert Amargós, añadió antes de emprender el tema ‘Algo personal’. Y entre sus muchos colaboradores, voces como Noa, con quien compartió ‘Es caprichoso el azar’ y ‘Tú y yo’.

Serrat dispone de clásicos para nutrir varios conciertos (en la gira maneja un repertorio de unos 70 temas), y en los compases avanzados de la noche fueron manifestándose los gestos hacia Miguel Hernández (‘Para la libertad’) y Antonio Machado (‘Cantares’), el siempre pletórico ‘Mediterráneo’ y las juveniles ‘Paraules d’amor’. No sin antes subrayar que esta no era noche de penas ni lloros a lomos de ‘Fiesta’, con su mensaje de celebración por encima de las distancias sociales e ideológicas, dejando una estela provechosa en la noche de Peralada.

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