Invasión de Ucrania
La guerra cultural contra Rusia entra en escena
Marta Cervera
Periodista
Hablar de la música como nexo de unión entre pueblos es fácil en tiempos de paz. En tiempos de guerra todo cambia. En Polonia el Gobierno ha vetado no solo a los intérpretes del país dirigido por Putin sino también el repertorio ruso. Se cancelaron los conciertos del pianista Arcadi Volodos, que debía haber actuado a principios de mes, y la ópera 'Boris Goudonov' prevista para abril. No obstante, el aplaudido director ruso Andrzej Boreyko se mantiene como titular al frente de la Filarmónica de Varsovia. Los orígenes de su familia están en Ucrania, como se esmeró en explicar en un comunicado de condena justo después de la invasión rusa. Desde que estalló el conflicto abre sus conciertos dirigiendo el himno nacional de Ucrania, esté donde esté. "La misión de todo artista es expresarse a través del arte", dice.
Van a dejar fuera a grandes compositores y no se lo merecen
El veto integral por parte del Gobierno polaco ha dejado de piedra a la comunidad musical. "Van a dejar fuera a grandes compositores y no se lo merecen", dice Alexei Volodin, pianista ruso residente en Madrid que fue de los primeros en criticar la invasión de Putin. "Musorgski, de quien hace poco interpreté en Austria 'Cuadros de una exposición', era un hombre incapaz de hacer daño a nadie. Se negaba a pescar porque no quería hacer sufrir a un ser vivo". Y añade: "No se de qué sirve prohibir la música rusa. La cultura debería unirnos".
La Alemania de Hitler
El último caso de música prohibida en Europa se remonta a la Alemania de Hitler. Lo recuerda Franco Panozzo, de la agencia de artistas AMC, representante del violinista Sergej Krylov y de pianistas como Arcadi Volodos, Grigory Sokolov o la joven Alexandra Dovgan, que a finales de este mes actuará en el Palau de la Música Catalana. Acaba de poner bien visible en su página web un anuncio donde deja clara su postura ante "esta locura". En él dice: "No podemos quedarnos callados con lo que está pasando actualmente en el mundo y estamos obligados a hacer una declaración clara de nuestros sentimientos. Nos mantenemos unidos contra esta guerra incomprensible e injustificable, y condenamos enérgicamente la agresión, la guerra y todas las decisiones políticas peligrosas que destruyen el mundo y la paz".
Polonia ha prohibido obras y artistas rusos, sin hacer distinciones, incluyendo a Shostakovich, que utilizó sus sinfonías como arma contra la tiranía de Stalin. Él también ha sido silenciado. Panozzo teme que los países bálticos y Finlandia se sumen al veto. "Es algo que está sobre la mesa, es increíble que esto ocurra. Me recuerda la Segunda Guerra Mundial. Cualquier prohibición del arte es insultante. Habría que separar cultura y política. Vivimos un momento duro, solo espero que esta guerra acabe cuanto antes". La comunidad musical está en choque.
Ilícito
Los conciertos de Denis Metsuev, los Virtuosos de Moscú y la Filarmónica de Moscú han sido cancelados en España ante la incertidumbre actual. La promotora Ibermúsica busca nuevas fechas pero es complicado. No hay vuelos directos y nadie sabe sabe cuándo acabará la guerra. Para Llorenç Caballero, codirector de Ibermusica, obligar a los artistas rusos a posicionarse no es lícito. "Hay que tener en cuenta que Rusia no es una democracia, es una dictadura. No deberíamos complicarles más la existencia". Y vetar la música de sus compositores le parece ridículo. "Es terrible. Nunca promovería el boicot a una tradición musical con siglos de historia. Una cosa es Putin, otra la cultura rusa".
Rusia no es una democracia, es una dictadura. No deberíamos complicarles más la existencia
La Philharmonie de Paris y la Cité de la Musique han modificado su programación "en solidaridad con el pueblo ucraniano". El lunes 28 febrero anuló los conciertos de la orquesta del Teatro Mariinski con Valery Gergiev, previstos para el 9 y 10 de abril. Pero la mayoría de artistas rusos mantienen sus actuaciones. Aunque el Teatro Real de Madrid ha prescindido del Ballet del Bolshoi, Peralada de los bailarines del Mariinski y el Liceu se ha quedado sin Netrebko. La cultura une, la guerra separa.
Jordi Martí, teniente de alcalde de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, pidió a los responsables de los centros culturales que exigieran a los artistas su compromiso con la paz. Volodin, que este viernes inicia en Tarragona una gira con la Franz Schubert Filharmonia que el domingo recalará en el Auditorio Nacional de Madrid y el martes en el Palau de la Música Catalana, lo hizo de 'motu proprio' antes. "Nunca pensé que íbamos a ver algo así", dice el pianista.
Fue uno de los primeros en pronunciarse en contra de la invasión. "Como músico ruso, siento la necesidad y la responsabilidad de aclarar delante de mi público y delante del mundo que repudio rotundamente el ataque de Vladimir Putin a Ucrania y estoy en contra de la guerra", dijo en un comunicado. "Nadie me lo pidió. Me salió del corazón", asegura. "Lamento ver que muchos ven a los rusos como una fuerza del mal. ¡No todos somos iguales! La mayoría de mis compatriotas están aterrorizados con lo que pasa en Ucrania". Cree que obligar a los artistas a pronunciarse contra la guerra es un error. "En una democracia todo el mundo es libre de preguntar lo que quiera pero uno ha de ser libre para contestar o callar".
Disyuntiva
Volodin entiende que haya quien opte por lo segundo. "Los músicos necesitan tocar para poder vivir. Si no se pronuncian estarán vetados aquí pero si lo hacen van a tener problemas en su país. No se puede obligar a la gente a hablar. Otra cosa es apartarlos porque apoyen al Gobierno de Putin", dice sin citar a Valery Gergiev, aclamado director que ha sido vetado en todos lados. Ucrania ya lo hizo hace años, tras su apoyo a la anexión de Crimera por parte de Rusia en 2014.
Volodin comprende que con la situación actual haya quienes, ante la disyuntiva de tener que significarse a favor de Rusia o de Occidente, opten por alejarse de los escenarios. Eso han hecho la soprano Anna Netrebko y el director Tugan Sokhiev, que capitaneaba la Orquesta Bolshoi y la del Capitole de Toulouse. "No puedo ver a mis colegas amenazados, tratados sin respeto y transformados en víctimas de la cultura de la cancelación. Me veo forzado a enfrentar una elección imposible entre mis queridos músicos rusos y mis queridos músicos franceses, así que he decidido renunciar", explicó el maestro en un comunicado.
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