BCNegra 2022

Entrevista a Don Winslow: "No hay nadie por encima de Raymond Chandler"

El rey de la narconovela habla de sus autores y títulos de ficción criminal preferidos después de recibir el Premio Pepe Carvalho en el marco del festival BCNegra

Don Winslow, en su última visita a Barcelona

Don Winslow, en su última visita a Barcelona / Joan Cortadellas

Rafael Tapounet

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Una inoportuna gripe (no coronavírica) impidió a Don Winslow (Nueva York, 1953) viajar a Barcelona para recoger el jueves el Premio Pepe Carvalho en el marco del festival literario BCNegra, de manera que la entrega tuvo que hacerse de manera virtual. Horas después de la ceremonia, el celebrado autor de la 'trilogía del cártel', una obra descomunal que le ha valido el título honorífico de rey de la narcoliteratura, atiende a EL PERIÓDICO por vía Zoom desde su casa de San Diego para hablar sobre sus autores y títulos favoritos del género.

En el discurso de aceptación del Premio Pepe Carvalho subrayó su orgullo de pertenecer al “gueto” de la novela negra. ¿Qué aspectos de este peculiar vecindario le hacen sentir más orgulloso? 

Muchas cosas. En primer lugar, la escritura, que, cuando es buena, es muy buena. Te reto a encontrar una primera frase mejor que el principio de ‘El largo adiós’ de Raymond Chandler. “La primera vez que vi a Terry Lennox él estaba borracho en un Rolls-Royce modelo Silver Wraith delante de la terraza de The Dancers”. Ahí hay poesía y hay alma, y yo adoro eso. Por otra parte, es un género que se mueve en los márgenes, en eso que Bruce Springsteen llama la oscuridad al borde de la ciudad. Y eso me resulta muy atractivo. Aunque hay excepciones, la mayoría de los autores de novela negra no escribimos sobre la gente rica y guapa, sino sobre gente que lucha por sobrevivir, gente que está en el final del camino. Y, finalmente, está la búsqueda. A veces es una búsqueda muy básica: ¿quién lo hizo? Pero a menudo es una investigación muy compleja, que no solo es externa sino también interna: la búsqueda de una verdad personal profunda, de una redención. Asuntos muy humanos.

Lidiar de manera asidua con ese lado oscuro de la existencia, ¿no puede conducir al autor a la tristeza o el cinismo? 

Puede ser un problema serio, sí. Yo pasé 23 años, un tercio de mi vida, escribiendo sobre los cárteles mexicanos de la droga, que es un mundo extraordinariamente violento, oscuro y triste. No quiero compararme con los periodistas mexicanos que investigan estos asuntos, porque ellos corren riesgos de verdad, pero es una experiencia de la que no puedo decir que saliera indemne. Mi esposa suele decir que después de escribir ‘El poder del perro’ me convertí en una persona más triste. Entonces juré que no volvería a escribir otro libro así. Pero volví.

"Después de escribir 'El poder del perro' me convertí en una persona más triste. Y juré que no volvería a escribir otro libro así. Pero volví"

El lugar común suele pintar al escritor de novela negra como un un alma torturada con hábitos poco saludables y problemas de alcoholismo.

Esa imagen es un cliché, por supuesto, pero es un cliché que de alguna manera está conectado con la realidad. Afortunadamente, no es mi caso. De hecho, lo pasé bastante peor en mi etapa como investigador privado. En ese tiempo, trabajé en casos de asesinato y de abusos sexuales a menores, y volvía a casa y sencillamente no podía hablar de lo que había visto y hecho en el trabajo. No son cosas que quieres compartir con tu mujer y tus hijos.  

¿Fueron sus lecturas de novela negra determinantes en esa decisión de convertirse en detective privado?

¡No, en absoluto! En realidad, ocurrió al revés. En la adolescencia no leía apenas ficción, aunque sí leía a Shakespeare (ya sé que esto puede sonar pomposo, pero es la verdad). Empecé a trabajar como detective privado en Nueva York porque necesitaba ganar dinero y surgió esa oportunidad, y fue entonces, en las largas esperas de las vigilancias, cuando me aficioné a leer novelas de detectives. Primero fueron las de Lawrence Block, de la serie de Matthew Scudder, porque transcurrían en los mismos barrios en los que yo trabajaba. De ahí pasé a Elmore Leonard, que ha sido una gran influencia para mí, y Charles Willeford, y ya luego llegaron los clásicos: Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Ross McDonald…, y entonces vi claro que eso era lo que yo quería hacer.

A partir de su experiencia, ¿qué escritor ha reflejado de manera más realista el trabajo cotidiano de un detective?

Lawrence Block es muy bueno en eso. A ver, todas estas novelas son siempre una dramatización. El trabajo de un investigador puede ser muy aburrido, y la mayor parte del tiempo consiste en revisar papeles y nada más. Yo nunca me vi sentado en mi despacho con los pies encima de la mesa mientras entraba una rubia de piernas largas y empezaba a sonar música de trompeta. Sucede que algunos escritores se toman más libertades que otros.

Dashiell Hammett también trabajó como investigador privado. Pero usted no es muy partidario de Hammett.

No es que no me guste, lo que ocurre es que me gusta menos que Chandler. Siempre ha existido esa especie de rivalidad entre los dos y, si tengo que escoger, yo pertenezco claramente al equipo Chandler. 

Raymond Chandler.

Raymond Chandler. / EPC

Políticamente, se diría sin embargo que está más cercano a Hammett.

Tiendo más a la izquierda que a la derecha, así que supongo que eso me coloca más cerca de Hammett, sí. Aunque en realidad no sé demasiado sobre las ideas políticas de Chandler.

¿Hay algún autor que a su juicio se acerque a la grandeza literaria de Chandler?

Desde luego, no hay nadie por encima de él. Pero tampoco tiene mucho sentido establecer un orden jerárquico. Si me preguntas cuál es la mejor novela de detectives, te responderé, sin pensar mucho, que es ‘El largo adiós’; pero si me preguntas por la mejor novela criminal jamás escrita, la más realista, tal vez te diga ‘Los amigos de Eddie Coyle’ [de George V. Higgins]. Que además dio lugar a mi película de cine negro favorita [‘El confidente’, de Peter Yates]. Pero una vez dicho esto, también te diré que nadie va a escribir novela negra mejor que Elmore Leonard. Y a partir de ahí podría empezar a hacer una lista, cosa que no haré porque no querría dejarme a nadie. Hay un montón de autores fantásticos.

De Raymond Chandler a Don Winslow, ¿por qué hay tanta ficción criminal ambientada en California?

Será algo que hay en el aire [risas]. Bueno, ahí va mi teoría. Pienso que la novela negra americana procede en realidad de la novela del oeste. El ‘cowboy’ se convierte en el detective privado, el gran ranchero se convierte en el mafioso, la chica del ‘saloon’ se convierte en la ‘femme fatale’… Los personajes son en esencia los mismos y los temas, también. Hasta los finales se parecen. Si lo piensas, una película como ‘Harry el sucio’ es básicamente un wéstern. Además, en California abunda esa belleza decadente que se ha convertido en la definición del ‘noir’. Y luego está la influencia del océano, que es hermoso a la vista pero bajo cuya superficie se mueve algo completamente diferente y amenazador. Es un escenario perfecto para este tipo de ficción.

¿Qué cinco novelas recomendaría a alguien que quiera descubrir la riqueza del género?

Guau, esa es muy complicada. Debería insistir en ‘El largo adiós’, sin duda. Y en ‘Los amigos de Eddie Coyle’. Y añadiría ‘Hombre desconocido 89’, de Elmore Leonard; ‘Si grita, suéltale’, de Chester Himes, y ‘América’, de James Ellroy. Pero ya sabes cómo es esto: pregúntamelo mañana y seguramente te diré otros cinco.

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