CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Espíritu sagrado: el barrio es un mundo extraño

Una historia situada entre la comedia y el drama que vehicula hábilmente en tono satírico el ambiente conspiranoico que nos asola

Fotograma de 'Espíritu sagrado'

Fotograma de 'Espíritu sagrado' / El Periódico

Nando Salvà

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Dado que entre sus protagonistas hay unos buscadores de ovnis, tiene sentido que el primer largometraje de Chema García Ibarra sea él mismo un objeto volante no identificado o, dicho de otro modo, algo inclasificable. Situado entre la comedia y el drama, entre el realismo social y el surrealismo y entre lo cotidiano y lo sobrenatural, utiliza una trama que combina asuntos como una asociación de ufólogos, una niña desaparecida y rumores de una trama de tráfico de órganos como vehículo a bordo del que observar tanto a un surtido de seres humanos excéntricos como un lugar, Elche -ciudad natal del director-, de extraordinaria indistinción.

García Ibarra llena el relato de profecías, supersticiones y símbolos ominosos, y los usa hábilmente para hacer sátira no solo sobre la fiebre por los bulos, las teorías conspiranoicas y las creencias absurdas que nos asola sino también sobre el tipo de abuso y corrupción que ese tipo de credulidad atrae. Y, mientras, la película en todo momento se mantiene hierática e impasible, e instalada en una fascinante tierra de nadie. Poner en evidencia la ridiculez consustancial a sus personajes no le impide exhibir grandes dosis de empatía y compasión hacia ellos, y entretanto se muestra a la vez tierna y brutal, juguetona e hiriente, y llena de humor hasta que deja de estarlo. 

Trailer de la película 'Espíritu sagrado'

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