Discos de la semana

Abba, imperfecto pero emocionante ‘Voyage’

El grupo sueco toca fibras sensibles y reaviva su canónico lenguaje pop en su disco de reencuentro y despedida, si bien se echan de menos más canciones del nivel de ‘Don’t shut me down’, tema alumbrado en septiembre

Los nuevos álbumes de Curtis Harding, Artifacts, Billy Bragg y Maria Hein, también reseñados

Abba

Abba / LUDVIG ANDERSSON

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Roger Roca
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Ahora que ya nadie lo reclamaba, después de tantas ofertas rechazadas, musicales y películas a su mayor gloria, y bandas de tributo, es cuando Abba ha vuelto: no a los escenarios (sí lo harán sus ‘abba-tares’ a partir del próximo mayo en Londres), pero sí al estudio de grabación. El fruto es ‘Voyage’, su primer álbum en 40 años, desde aquel crepuscular ‘The visitors’, lanzado en noviembre de 1981 y en el que hacían avanzar su lenguaje pop con sintetizadores y ‘tempos’ aventurados.

‘Voyage’ es, por supuesto, otra cosa, un álbum de Abba tirando a canónico, tan solo algo escorado hacia el ‘baladismo’ y con más tejidos filo-folk de los esperables. Pero ahí están la distinción melódica de Anderson-Ulvaeus y las voces de Agnetha Fältskog y Frida Lyngstad, espléndidas por separado y todavía dominadoras cuando se unen. Para la producción no han buscado a ningún joven talento que les modernice el sonido, sino que la asume el mismo Benny Anderson en torno a una sobriedad adulta, equilibrando brillos orquestales, recogimiento pastoral y ‘reprises’ de la vieja alquimia pop. 

En el hogar de tu ex

Los dos temas que se alumbraron en septiembre, ‘I still have faith in you’ y ‘Don’t shut me down’, resultan ser los mejores del conjunto. El primero, baladón de sibilino recorrido ‘in crescendo’ con vistas a Eurovisión o a una banda sonora de Disney, nos invita a recordar las propiedades de la "canción agridulce". Superándola incluso, la segunda funde melancolía y resolución disco-pop como en sus mejores días, a cuenta de la historia de la mujer que visita el hogar de su ex y celebra que no haya cambiado ni un mueble de sitio. 

El barrido del teclado, el ‘glissando’, tras el que este tema coge ritmo, evoca al de ‘Dancing queen’, como las últimas notas de la un poco estrambótica ‘Keep an eye on Dan’ apuntan a ‘S.O.S.’ y los aires célticos con que se abre ‘Bumblebee’ hacen pensar en ‘Fernando’. Pistas simpáticas, sin más consecuencias. La señal más concluyente llegada del pasado es ‘Just a notion’, un punto álgido, pieza original de las sesiones de ‘Voulez-vous’ (1979) que había permanecido bajo llave. Su trote swing desliza vestigios glam, que también se cuelan en la resuelta ‘No doubt about it’. 

El temario atraviesa momentos más débiles en ‘When you danced with me?’, divertimento con gaitas; ‘Little things’, baladita navideña con coro infantil, y ‘I can be that woman’, cuyo estribillo hace pensar en ‘Listen to your heart’, de Roxette. Pero al final se alza la bella ‘Ode to freedom’, un vals frondoso que desliza un mensaje de escepticismo, precisamente, hacia las odas a la libertad. Las voces hermanadas de Agnetha y Frida, avanzando juntas, desprenden una imagen poderosa para cerrar este álbum imperfecto, pero finalmente emocionante, con el que Abba parece despedirse para siempre. Jordi Bianciotto

En su tercer elepé, el cantante y multiinstrumentista de Atlanta exhibe de nuevo un talento poco usual para construir un sonido contemporáneo a partir de ingredientes del pasado (soul añejo, rock psicodélico, góspel, jazz, funk cósmico...) y lo pone al servicio de 11 canciones sobre la importancia de las conexiones personales en tiempos de oscuridad política y social en las que se combinan las llamadas a la acción a lo Gil Scott-Heron (‘Where’s the love’) y los rituales de seducción de escuela Al Green. Rafael Tapounet

En el jazz contemporáneo hay un fuego que va por libre. Prendió en Chicago en los años 60 bajo el paraguas de la visionaria asociación AACM y no se apaga. Ahora, la flautista Nicole Mitchell, la violoncelista Tomeka Reid y el batería Mike Reed se erigen en portavoces de ese legado. Y lo hacen con todas las de la ley: más que un sonido o un estilo, en la música del trío Artifacts, espaciosa, delicada, ancha de miras y con mucho groove, resuena una manera de mirar el mundo que propusieron sus mayores. Roger Roca

A sus 63 años, el antaño airado trovador de Barking podría vivir cómodamente instalado en su bien ganado papel de conciencia crítica de la Gran Bretaña del Brexit. En lugar de eso, Bragg prefiere cuestionar la pertinencia y utilidad de sus opiniones políticas en esta época de guerras culturales y demolición de estatuas y ofrecer el consuelo de su proverbial empatía en un álbum reposado, reflexivo y conmovedor que bebe de la tradición musical americana y reconforta como una taza de té en una desapacible tarde de otoño. R. T.

De Felanitx, Mallorca, sale esta cantante, guitarrista y pianista capaz de construir, con 18 años, un repertorio con ángel, bañado en melancolía, sin atisbos de afectación. Su voz discurre con pulcra expresividad, a juego con una producción de los ‘metafísicos’ Ferran Palau y Jordi Matas que saca partido de las insinuaciones, los puntos suspensivos y los muy sutiles acentos dramáticos. Oigan ‘Sa teva presència’ o ‘Aquell mes de març’, composiciones que te atrapan con su hechizante serenidad. J. B.

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