Crítica de música

Un trío de voces conquistadoras en el Teatre Grec

Carmen Linares, Mariola Membrives y Aziza Brahim desplegaron sus artes en Montjuïc en una triple sesión que viajó a través de la pureza flamenca, la vanguardia y el blues del desierto

Actuación de Carmen Linares.

Actuación de Carmen Linares. / MARTÍ FRADERA

Jordi Bianciotto

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Entre la tupida oferta de este viernes en la Mercè, un trío de voces mayestáticas marcó territorio con su pulsión aventurada y sus vistas al sur: el canto del exilio de la saharaui Aziza Brahim, el flamenco ‘free’ de Mariola Membrives y el doctorado jondo de Carmen Linares en su 40º aniversario de carrera en solitario. Tres figuras de altos vuelos que extendieron durante más de cuatro horas la sesión en un Teatre Grec lleno.

El sistema de reserva de entradas y la libre circulación permitió un movimiento de público entre las gradas y la zona de bares, pero Aziza Brahim se encontró con suficientes oídos atentos a su arte cuando salió a escena presta a desplegar el anunciado ‘Nòmada blues’. Un concierto con ecos de la dura realidad saharaui, con su melancolía y su sentimiento de injusticia. Blues del desierto y tramas folk en las que su voz digna y libre fluyó en fértil alianza con la guitarra de Ignasi Cussó, el bajo de Guillem Aguilar y la percusión de Aleix Tobias.

Más difícil todavía

Con Mariola Membrives vino lo inesperado, como suele suceder con esta audaz cordobesa, dispuesta siempre al más difícil todavía. Tras su álbum con Marc Ribot, anuncia ahora ‘La Babilonia’, una obra en la que apunta hacia una vanguardia desafiante, con oscurantismos eléctricos y hondura poética. Su recital apuntó primero al conocido repertorio de canciones rearmadas a la libre manera (exponencial ‘Ne me quitte pas’) y se desvió luego hacia el material de estreno, y fue allí donde más se creció, conquistadora entre las cortinas de guitarra eléctrica de Javier Pedreira y la mística de piezas como ‘Apocalipsis’, ‘Mi amado’ (texto de Santa Teresa de Jesús) y ‘Guardianas del tiempo’, esta con una invasiva base funk y el coro de cuatro voces reforzando un texto con fondo de empoderamiento feminista. Ganas de escuchar ese álbum.

Y la señora Linares representó la pureza secular del arte flamenco, reflejando el maridaje con la poesía (‘La leyenda del tiempo’, de Lorca, en la versión de Morente), dando vida a tangos y alegrías, y abriendo el escenario al baile y al lucimiento de los guitarristas, Eduardo Espín Pacheco y Salvador Gutiérrez. Elegancia, profundidad y sombras de desgarro vivido en una sesión cuyo punto culminante llegó con la entrada en escena de Silvia Pérez Cruz para compartir esa ‘Casida del sediento’, de Miguel Hernández (y música de Luis Pastor), con ambas voces tendiendo delicados puentes. La ampurdanesa volvió al final para hacer más grande el clásico ‘Gracias a la vida’, homenaje a Mercedes Sosa, canción cuya letra, indicó Linares, “deberíamos tener en nuestra casa, en la entrada”.