Libro de la semana

Crítica de 'Primavera': la esperanza desesperada

En la tercera parte de su cuarteto estacional, Ali Smith funde el discurso de lo íntimo y lo subjetivo con el discurso histórico en un tiempo de Brexit y crisis del mundo

Un manifestante en una marcha anti-Brexit, en enero de 2020, en Bruselas.

Un manifestante en una marcha anti-Brexit, en enero de 2020, en Bruselas. / EFE / M. LÓPEZ-S. LECOCQ

Sergi Sánchez

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Con las tres primeras páginas de 'Primavera' no podemos llamarnos a engaño. A veces un escritor se siente lo suficientemente seguro de lo que piensa para no andarse con rodeos y así dar voz a la ira y la confusión del pueblo. El Brexit ya resecaba las hojas de 'Otoño' pero ahora, en esta tercera parte del cuarteto estacional de Ali Smith, es un viento desértico que hace visible las enfermedades de la contemporaneidad con la fuerza de un puñado de titulares periodísticos. Políticos coléricos, noticias falsas, xenofobia institucional, pánico patriótico, linchamientos colectivos en redes sociales, intolerancia a lo distinto, algoritmos, clichés, mentiras cósmicas. Incluso un personaje se llama Brittany. Brittany como Britania. ¿Tal vez se comporte como ese país, que votó creyendo que su voto no cambiaría el destino europeo?

Cualquiera diría que Ali Smith ha optado por escribir una novela-manifiesto. A veces da la impresión de que sí: de que, arrastrada por la urgencia de dar cuenta de la crisis del mundo a tiempo real, se ha lanzado a morir con las botas puestas. Florence, una adolescente de 13 años que podría ser la hermana pequeña de Greta Thunberg y que, según Smith, está inspirada en un personaje del 'Pericles' de Shakespeare que tiene la capacidad de convencer a la gente de que haga lo correcto, es una de las secundarias estelares de lo que parece un virulento destilado de la serie 'Years and Years', que imaginaba el futuro distópico de una civilización agitada por las voces de la extrema derecha, adicta a la deportación violenta de refugiados.

No significa que Ali Smith haya escrito solo una novela ideológica, preocupada por lo que el ejercicio de la literatura tiene de compromiso con la realidad que le ha tocado vivir. En 'Primavera' conviven dos novelas, y acaso la protagonizada por Richard Lease, director de cine y televisión que "se está eliminando de la historia", y que recuerda, en un proceso de duelo conmovedor, su amor por su esposa fallecida, Paddy, en una serie de 'flashbacks' que irrumpen sin avisar, es triste y cálida a la vez, en esa prosa tan propia de Smith que abraza a sus personajes sin ahogarlos, como una bufanda benéfica en la que pueden secarse las lágrimas.

Instintos suicidas

No es esta una novela optimista, como pueden imaginar. "Era la época en que todo estaba muerto. Me refiero a muerto de un modo que parecía que nada volvería a vivir jamás". Los instintos suicidas de Richard se conjugan con el miedo del sistema, ese es el punto de encuentro de las dos novelas que se cruzan en 'Primavera'. Puede que ese personaje, que viaja atrás y adelante en el tiempo, tenga más vuelo dramático que Brit y Florence, pero lo cierto es que Smith logra, con su estilo alérgico a las subordinadas y a la vez solemnemente poético, que el discurso de lo íntimo y lo subjetivo y el discurso histórico se fundan en un solo parte meteorológico, quizás menos tormentoso de lo que cabía esperar. La novela termina en abril. "El anárquico, el mes final de la primavera, el gran conector". En fin, el mes de la esperanza desesperada. Y ahí estamos, esperando mientras intentamos no desesperarnos.