CRÍTICA DE LIBROS

Crítica de 'Guayacanal': un mundo naufragado

El escritor colombiano William Ospina compone una bellísima novela en la que se engarza la historia de sus bisabuelos

William Ospina, en Barcelona.

William Ospina, en Barcelona.

Ricardo Baixeras

Ricardo Baixeras

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“Este libro es una novela. Todo lo que se cuenta en él, si fue verdad alguna vez, ahora es un sueño, y todos cuantos habitamos en él seremos sueños.” William Ospina ha querido cerrar Guayacanal con este aviso a navegantes porque es esta una ficción autobiográfica o, si se quiere, unos episodios autobiográficos atravesados por la ficción. La descripción personalísima de la visión que Ospina tiene en relación a su Padua natal, en Colombia, es la de un “mundo naufragado”. Trufado de bellísimas imágenes familiares incardinadas en el texto Ospina deconstruye la microhistoria anónima de Benedicto y Rafaela, sus bisabuelos, que conformaron unos hechos aparentemente triviales, dibujaron una geografía emocional y un paisaje en blanco y negro para poder construir un destino que fuera más allá de sí mismos.

Sin olvidar que Colombia “era una fábrica de huérfanos” y que “lo que destruyó a nuestra patria no fueron esas violencias cotidianas […], sino las esperanzas postergadas” el retrato de Ospina fija un recuerdo en el tiempo y consigue arrastrarlo por el anchuroso siglo XX con la intención de que esa imagen tenga un alcance hacia dentro y hacia afuera. Como el Walter Benjamin de ‘Experiencia y pobreza’, Ospina conoce cuándo el peso y el paso del tiempo atañe a la difusión del saber.

Un libro vivaz sobre unos muertos inolvidables.