Música y política

El jazz vuelve a la trinchera

El movimiento Black Live Matters ha tenido en la música uno de sus mayores altavoces

Nombres como Jon Batiste, Wynton Marsalis y Nicholas Payton no han dejado de señalar su dimensión política

El trompetista Wynton Marsalis, en el Palau de la Música de Barcelona, en febrero de 2020.

El trompetista Wynton Marsalis, en el Palau de la Música de Barcelona, en febrero de 2020. / FERRAN SENDRA

Roger Roca

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En junio de 2020, durante la oleada de protestas por la muerte de George Floyd, el compositor y pianista de Nueva Orleans Jon Batiste, flamante ganador del Oscar por la banda sonora de 'Soul', convocó con éxito varias marchas por las calles de Manhattan en las que la música era la protagonista. Por las mismas fechas nacía Musicians United NYC, una plataforma que se ofrece a dar apoyo a protestas callejeras de todo tipo. "Está demostrado que cuando en las manifestaciones hay música, la policía actúa de otra forma. Es una manera muy efectiva de desescalar la tensión", dice Albert Marquès, uno de los miembros del colectivo. 

El movimiento Black Live Matters ha tenido en la música uno de sus mayores altavoces. Y aunque no puede competir con el hip hop en relevancia social, el jazz norteamericano también alza la voz. La dimensión política nunca desapareció de esta música: con más o menos beligerancia, veteranos en activo como los trompetistas Wynton Marsalis y Nicholas Payton o el contrabajista William Parker no han dejado nunca de señalarla.

Pero hoy en el jazz de Estados Unidos se oyen cada vez más voces que hablan de racismo, de violencia policial y de igualdad. Artistas como Terrace Martin, productor y saxofonista, han sabido conectar con otras músicas de más impacto social. Produjo uno de los himnos oficiosos del BLM, 'Alright', del rapero Kendrick Lamar, y tras la muerte de Floyd lanzó 'Pig Feet', una colaboración con varios raperos que habla muy a las claras de violencia policial. Junto al saxofonista Kamasi Washington, en el festival 'online' Black Power Live estrenó una suite de título inequívoco, 'Racism on Trial', “juicio al racismo”. 

Denuncia de la policía

Hace años que el trompetista Christian Scott aTunde Adjuah habla sin tapujos sobre estos temas en piezas como 'KKPD', una denuncia de la policía de Nueva Orleans. En Blue Note, el sello más poderoso del sector, apuestan por jóvenes talentos, como Immanuel Wilkins o Joel Ross, que no esquivan la política.

En el ámbito académico, la prestigiosa batería Terry Lynn Carrington ha puesto en marcha el Berklee Institute of Jazz and Gender Justice, que se presenta con una pregunta: "¿Cómo sonaría el jazz en una cultura libre del patriarcado?". Y el trompetista Jeremy Pelt acaba de publicar 'Griot', un libro de conversaciones muy reveladoras con músicos afroamericanos de varias generaciones en el que se habla de jazz en clave social y política.

Racismo en Barcelona

“En Estados Unidos los músicos se están mojando. En Londres, con colectivos como jazz re:freshed, también", dice el batería Marc Ayza, que echa de menos esta implicación en la escena del jazz local. "Aquí estamos en las antípodas. Yo soy muy crítico con el racismo que hay en la escena del jazz de Barcelona. Es un poso que se nota en los referentes, el desprecio a músicos negros… Y tengo la sensación de estar solo en esto". Albert Marquès, desde Nueva York, le da la razón. "Irónicamente, en el país de Trump, George Floyd o Keith Lamar, por lo menos se puede tener este debate cada día".

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