Crítica

'Forasters vindran...': la memoria de los otros

Marta Galán, autora residente en el Lliure, zarandea el tema de la emigración en Cataluña mezclando el teatro documento y la performance

icult Forasters vindran  teatre lliure

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Manuel Pérez i Muñoz

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"El hombre andaluz (...) vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual". Jordi Pujol tuvo que disculparse por esta arenga xenófoba que publicó en 1976 para advertir sobre el riesgo de destrucción que, a su parecer, corría Cataluña frente a la emigración. Es un pegajoso ejemplo entre los documentos rescatados por 'Forasters vindran...', espectáculo sobre la ola migratoria de los años 50 y 60 del siglo pasado que se puede ver el Lliure de Montjuïc. La directora y ahora autora residente del teatro, Marta Galán, ha reunido a un grupo de artistas para crear una estimulante combinación entre testimonio y poesía escénica.

La intérprete Susanna Barranco se sitúa en el centro de la dramaturgia. Su memoria latente se transforma en discurso a través de su cuerpo y una voz aterciopelada siempre a punto de quebrarse. Como los objetos preciados de un espectáculo de Jomi Oligor o Xavi Bobés, las fotos de familiares de la actriz forman capas de recuerdos, nombres en una larga lista de personas que huyeron de la miseria para buscar un futuro mejor en Barcelona. Como narradores, Núria Lloansi y Juan Navarro van construyendo marcos de reflexión paralelos. Lanzan preguntas, rescatan artículos de la prensa reaccionaria o proyectan 'Notes sur l'émigration', documental secuestrado por el franquismo que muestra la pobreza extrema del barrio de la Chanca en Almería, aquel que también inmortalizaron Goytisolo con la palabra y Pérez Siquier con su cámara.

Filmaciones y carbón

Un origen, un viaje y un destino tampoco nada fácil. Mediante filmaciones de algunos de los parientes de Barranco se pone cara a los olvidados, 'els altres catalans' que defendía Paco Candel. La ciudad también tuvo barracas levantadas de noche y destruidas de día por las fuerzas del orden. Picapedreros en la cantera, peones en obras y fábricas, criadas en casa 'dels amos' trajinando el carbón que también se esparce por el escenario. Se forma ante el público un puzle de objetos que rima con la miseria de enfermedades desaparecidas como el tracoma, pero también con las flores que crecen en los patios de las casas levantadas a mano en el Carmel.

No hace falta evidenciar los paralelismos con el presente, el marco desborda la obra y nos interpela como una bofetada. ¿Cómo no estremecerse cuando emerge del olvido el tenebroso Palau de les Missions, un CIE de la época desde el que se deportaron decenas de miles de emigrantes? Curtida en la trinchera del teatro comunitario, Galán ha sabido cuajar los elementos que van de lo personal a lo colectivo. A pesar de algunas disonancias en el ritmo y algún elemento con apariencia gratuita, 'Forasters vindran...' consigue escapar del trazo grueso de la lucha de clases y aporta elementos que cuestionan la simpleza de los relatos identitarios, esos que se pretenden hegemónicos.