Símbolo de la prensa 'underground'

Muere Oriol Llopis, el crítico de rock más indómito

El articulista barcelonés, reconocido por su estilo crudo y directo, se quita la vida a los 65 años. Llopis se labró en los años 70 una reputación de firma de culto en publicaciones como ‘Star’, ‘Vibraciones’ y ‘Disco Exprés’, y contó su historia en el libro de memorias ‘La magnitud del desastre’

icult sevilla  ORIOL LLOPIS FOTOGRAFIA DE CRISTINA QUICKLER

icult sevilla ORIOL LLOPIS FOTOGRAFIA DE CRISTINA QUICKLER / CRISTINA QUICKLER

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Escribía como si hablara, así le gustaba referirse a su articulismo escrito en primerísima persona, alimentado del 'nuevo periodismo' y de la escuela ‘gonzo’ de Hunter S. Thompson, determinada a involucrar al lector hasta las últimas consecuencias. Oriol Llopis no fue nunca el crítico musical más erudito ni enciclopédico, pero todo aquel que tropezará con sus textos, o los buscara, en ‘Star’, ‘Vibraciones’, ‘Disco Exprés’ o ‘Ruta 66’ recordará para siempre su prosa cruda y orgullosamente subjetiva.

Llopis terminó con su vida la madrugada de este jueves, a los 65 años, como algunos de sus héroes del rock, pillando trágicamente por sorpresa a sus admiradores y colegas de oficio periodístico-musiquero, que apenas estaban al corriente de sus últimos movimientos, puesto el ‘rock critic’ (así le gustaba llamarse) había desconectado con ese ambiente desde hacía años. Un par de libros, ‘La magnitud del desastre’ (Ed. 66 rpm, 2012) y ‘Escritos poco fiables’ (autoeditado, 2015), contaron su historia y glosaron sus artículos para la posteridad, refrescando su aura para las nuevas generaciones.

Sorteando la ‘promo’

Alimentan la mitología del ‘underground’ los artículos que comenzó a escribir en 1974 para cabeceras como ‘Vibraciones’, donde publicó recordados informes sobre Lou Reed o el rock de Detroit, y reportajes muy vividos como del Iggy Pop en una de sus visitas a Barcelona, en el que contaba cómo, por su aspecto, el cantante le confundió en El Prat con un camello, y explicaba cómo se introdujo en su habitación, whisky en mano, para una entrevista ajena a todo manual de promoción. Llopis se encargó durante un tiempo de la muy intensa sección de cartas de los lectores, ‘Be bop a lula’ (relevando a Claudi Montañá, también suicida, este a los 33 años), y fue ahí donde se despidió de sus lectores, en el número de septiembre de 1980, anunciando su marcha “a Suramérica” (a Paraguay, en concreto).

Regresó un par de años después y se integró temporalmente en ‘Rock Espezial’, publicación heredera de ‘Vibraciones’, de la mano del también desaparecido Damián García Puig. Como relataría en su libro de memorias, a su paso por esa redacción procedió a afanar y vender discos promocionales para sufragar sus gastos en sustancias químicas. En los 80 siguió vinculado al periodismo musical como guionista de ‘La edad de oro’, en Televisión Española, donde tuvo ocasión de trabar complicidad con su estimado Johnny Thunders, con quien compartió una tarde de toros en Las Ventas. Reconectó con la literatura rock en ‘Ruta 66’, con cíclicas idas y venidas a lo largo de los años.

Debilidades personales

Fue en 2012 cuando se trasladó a vivir a Sevilla. Desde ahí firmó sus últimos, esporádicos, artículos en esta revista, dedicados al grupo madrileño Burning y al sevillano Silvio. Llopis procuró siempre escribir de los artistas a los que admiraba, y entre ellos figuraban favoritos no siempre homologables en el canon del crítico musical, como las bandas Blue Öyster Cult y Golden Earring.

Desaparecido de los radares en los últimos años, su estilo periodístico ha sido evocado como ejemplo de una forma de hacer perdida en la profesión actual. Sus editores lo recuerdan imperfecto e informal en su escritura y en sus entregas, pero, como recordaba a este diario en 2018, a propósito de un informe sobre el periodismo ‘gonzo’, su compañero de redacciones Ignacio Julià, Llopis fue el único colaborador de ‘Star’ al que la agencia de Carmen Balcells vio en su día un talento literario digno de ser explorado (lo cual no ocurrió). El autor de aquel reportaje y de este artículo recibió entonces un mensaje privado de agradecimiento del propio Llopis vía Facebook: “Eso de que me hayas alineado junto a Hunter S. Thompson y Nick Kent me ha emocionado hasta el tuétano”, decía deslizando un candor solo visible entre líneas en sus vertiginosos artículos.

TEMAS