Crítica de cine

‘Un efecto óptico’: o es Burgos, o es Nueva York

Con Carmen Machi y Pepón Nieto, Cavestany se reafirma y consolida con esta peripecia juguetona e inquietante en un cine que provoca una sensación de extrañeza permanente que haría las delicias de Buñuel

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Un efecto óptico'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Un efecto óptico'. /

Quim Casas

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Una pareja española viaja a Nueva York. O no. Visita los lugares emblemáticos de la ciudad. O no. Carmen Machi y Pepón Nieto padecen poco a poco las extrañas sensaciones del ‘déjà vu’ y de estar atrapados en algo parecido a un bucle temporal. O no. De repente, las calles y edificios neoyorquinos son iguales que su Burgos natal. Dos geografías urbanas que no se parecen en nada. ¿Es sólo un efecto óptico, como reza el título del filme?

Juan Cavestany ya ha demostrado probadamente su capacidad para crear situaciones y personajes que se salen de toda norma y situarlos en espacios inclasificables, filmados con la inmediatez del ‘low cost’ y el sentido común de la independencia. ‘Un efecto óptico’, título menos abstracto que el de sus anteriores películas –‘Dispongo de barcos’, ‘Gente en sitios’, ‘Gente de mala calidad’–, sigue en la misma línea realizando algunas piruetas más.

En apariencia es un relato más clásico y ordenado, menos coral y segmentado. Tiene un sentido del humor distinto al de la teleserie urdida por Cavestany con Álvaro Fernández Armero, ‘Vergüenza’. Pero a medida que avanza esta peripecia juguetona e inquietante a partes iguales, que haría las delicias de Luis Buñuel, la sensación permanente de extrañeza que procura el cine de Cavestany, ese volar libre como un pájaro por los márgenes del relato cinematográfico, se reafirma y diría que consolida de forma definitiva.