Crítica de cine

'Hope': un doloroso inventario

El drama familiar de Maria Sødahl resiste la tentación de convertirse en un triunfal relato de superación o en una exhibición de miseria

Hope

Nando Salvà

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En los primeros minutos de ‘Hope’, Anja (Andrea Bræin Hovig) descubre que el cáncer de pulmón al que creía haber derrotado ha resurgido en forma de tumor cerebral, y que probablemente esta vez la enfermedad es incurable. Y a partir de ese momento la película, situada a lo largo del puñado de días navideños que transcurren entre ese diagnóstico y la cirugía que intentará extraer el maligno bulto, contempla a la madre de familia saldar cuentas con su propia vida.

Sin duda, el motor narrativo es la sacudida que la noticia causa en la relación entre Anja y su pareja, Tomas (Stellan Skarsgård), ya deteriorada con los años. La directora Maria Sødahl muestra gran habilidad a la hora de demostrar cómo detalles pasados se revelan cruciales en una situación tan trumática, y de dejar que las miradas y los silencios expresen los sentimientos de la pareja con más elocuencia que cualquier diálogo; en ese sentido se ve apoyada por las solidísimas interpretaciones de Hovig y Skarsgård, que hacen a los personajes transitar con fluidez entre el miedo, el dolor, la ternura, la paranoia y la pasión.

Sødahl se inspiró en su experiencia personal para contar esta historia, y probablemente eso también explique la firmeza con la que ‘Hope’ resiste la tentación de convertirse en un triunfal relato de superación o en una exhibición de miseria, y la claridad con la que se pregunta tanto por los sacrificios que el amor familiar exige como por el cuestionable valor de una relación que necesita de una enfermedad terminal para ser salvada.