CRÍTICA DE LIBROS

Crítica de 'Ejercicio de memoria': biografía a retazos

Una nueva entrega de las claves vitales del desaparecido Andrea Camilleri

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Ernest Alós

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No, 'Ejercicios de memoria' (Salamandra / Edicions 62) no son las memorias de Andrea Camilleri. Lo más cerca que el escritor fallecido en el 2019 estuvo de escribir un texto memorialístico coherente fue con su biografía del  también siciliano Luigi Pirandello (con Sciascia, sus dos referentes en sus doble faz de novelista y hombre de teatro), 'Biografia del figlio cambiato'.  Camilleri la calificaba  así: «Este libro ambiciona ser la transcripción de un relato oral mío sobre la vida de Pirandello desde un punto de vista limitado y totalmente personal»

El texto se estructuraba a partir de breves escenas evocadoras y el autor lo calificó de «novela».  El mismo recurso utilizó para desgranar sus recuerdos personalmente personales, pero no en un volumen que no quiso o no pudo encarar, sino en una galaxia de entregas de la que 'Ejercicios de memoria' es una pieza más: quizá el hilo ordenado de lo que serían unas memorias aparecería en su breve librito dedicado a su nieta 'Háblame de ti: carta a Matilda', el más elaborado 'Mujeres', dedicado a las figuras femeninas, literarias o reales, que marcaron su vida, el más anecdótico 'La liebre que se burló de nosotros', pequeñas fábulas sobre animales reales, y los dos evocadores -dos volúmenes casi gemelos- 'Mis momentos' y el ahora publicado'  Ejercicios de memoria'.

Allí encontramos las claves de los orígenes de su mundo literario (su familia terrateniente, el interés por su tierra, su juventud entusiasta y rápidamente desencantada del fascismo, su nada dogmático comunismo, y sobre todo las anécdotas del mundo teatral italiano en que el Camilleri 'romano' fue un secundario pero al mismo tiempo espectador privilegiado).

Las anécdotas

Si en uno explicaba cómo se libró por los pelos de morir en un tiroteo de la mafia, y su rechazo inveterado a dar demasiado espacio en sus libros a ese enemigo de su isla, en el otro relata cómo esquivó un encargo del capo Luciano Liggio (que sabía lo sucedido) desde la cárcel. Si en uno explica cómo desistió de llevar al teatro un texto de Pasolini (discrepaban sobre la utilización de actores profesionales o gente normal, y tras la muerte del escritor, Camilleri no se vio con corazón de llevarle la contraria) en el otro relata cómo estuvo a punto de codirigir con Antonioni una comedia con Monica Vitti de protagonista (aparcado el proyecto, guardó el guion... y lo perdió). Los dos libros, dictados, que no redactados, cuando ya había perdido la vista, consiguen aún más por ello su objetivo de  la oralidad, de ser vida escuchada más que leída. 

La historia de su tío Carmelo, policía que fue quien realmente inspiró su personaje del comisario Montalbano, fascista convencido, que acabó represaliado por Mussolini por insistir en que los verdaderos autores de un atentado contra el rey Victor Manuel fueron un grupúsculo de seguidores del Duce radicalizados y no los sospechosos habituales que fueron detenidos entre los ambientes de izquierdas, me la explicó un día en el despacho de su casa romana. Leer la anécdota en 'Ejercicios de memoria' puedo asegurar que es lo más parecido a volver a estar allí.