RELACIONES TENSIONADAS

El odio de una sociedad frustrada, en clave 'noir'

Marion Brunet debuta en la novela negra con 'El verano irrespirable', donde vierte su mirada crítica sobre el racismo y la brecha social en el Midi francés

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Anna Abella

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En una pequeña ciudad del Midi francés, en una sociedad tensionada por las diferencias de clase, el racismo y el machismo, vive un matrimonio obrero con dos hijas adolescentes, Jo y Céline. La mayor, de 16 años, queda embarazada pero se niega a revelar quién es el padre. En ese escenario cotidiano y poblado de seres frustrados que saben que sus ambiciones nunca se cumplirán se esconde una violencia soterrada. No es ‘El verano irrespirable’ (Crossbooks; ‘L’estiu circular’, en catalán, en Club Editor) una novela negra al uso, aunque su autora, Marion Brunet (Vaucluse, 1976), que debuta en el género tras haberse fogueado en cinco títulos juveniles, haya logrado con ella cuatro premios de ‘polar’ en Francia y sus editoriales estén gestionando su presencia en el próximo festival BCNegra. Pero la trama sí sigue una de sus características principales: “La novela negra lleva implícito el utilizar el crimen, la violencia o la muerte para alimentar una mirada crítica sobre la sociedad”, explica en entrevista vía Zoom, desde su casa, en Marsella.

Embarazos adolescentes

La madre de Céline también quedó embarazada muy joven. “Son juventudes perdidas, vidas truncadas, que no tienen más remedio que entrar en la vida adulta antes de hora”, explica Brunet, sobre una problemática que conoce bien por su experiencia como educadora social, profesión ‘heredada’ de sus propios padres. “Los embarazos adolescentes no entienden de clases sociales. Según la familia se acompaña a la joven a abortar, pero Céline ni se lo plantea, y en pueblos pequeños como este, donde todo el mundo se conoce, es difícil soportar la mirada de todos”.

"Ni políticos ni intelectuales han sabido adaptar su discurso a los prejuicios racistas y la brecha social"

Quien más acusa esa vergüenza es el padre, Manuel, obrero y descendiente de exiliados españoles, a cuyo orgullo masculino herido solo le preocupa quién ha osado tocar a su hija. “Son comportamientos que siguen estando ahí. El feminismo tiene aún mucho trabajo que hacer”, lamenta la escritora, que al citar los orígenes republicanos del personaje se gira y señala un libro a su espalda con el nombre de Durruti en el lomo. “De joven fui militante de la CNT”, confiesa con una sonrisa. 

Musulmanes y terrorismo

El propio Manuel y su entorno revelan un racismo y un odio para nada disimulado, que no duda en equiparar musulmanes con terroristas. “Quise poner el foco sobre ello. No es nada exagerado. Es importante ver cómo episodios aislados como el reciente asesinato del profesor [por enseñar las caricaturas de Mahoma] exacerban ese racismo. Ni los políticos ni los intelectuales han sabido adaptar su discurso a esos prejuicios y a esa brecha social. No hay espacio para reflexionar ni entender”. 

La brecha también tiene que ver, añade, “con la coexistencia de burgueses con mucho dinero -políticos, actores…-, que veranean en zonas con población trabajadora, de gente que malvive y con las nuevas generaciones de inmigrantes. Eso es fuente de conflictos: los oprimidos dirigen su rabia contra los que tienen por debajo”. Porque, alerta: “El ascenso social no existe y eso provoca mucha frustración”.