crítica de cine

'Libreros de Nueva York': elogio del papel impreso

El documental ni siquiera se molesta en seguir una estructura; contemplarlo es como deambular por pasillos llenos de cubiertas, lomos y páginas e ir cogiendo al azar de la estantería un volumen tras otro para hojearlo unos instantes

Nando Salvá

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Cualquiera que disfrute perdiéndose en una librería, sobre todo en una ligeramente polvorienta y especializada en ejemplares raros, es el público idóneo para el nuevo documental de D.W. Young. Centrada en el colectivo del título, la película ni siquiera se molesta en seguir una estructura; contemplarla es como deambular por pasillos llenos de cubiertas, lomos y páginas e ir cogiendo al azar de la estantería un volumen tras otro para hojearlo unos instantes. El foco va alternando de forma aparentemente aleatoria escenarios tan dispares como una subasta en Christie’s y unos aficionados a las publicaciones sobre hip hop, y entretanto se toma su tiempo para hacer un poco de historia y presentarnos a un grupo de personajes carismáticos que muestran devoción heroica al papel impreso.

Inevitablemente, la película muestra cierto pesimismo frente al futuro de los libreros, consciente de que internet no solo los ha convertido en una figura cada vez más innecesaria sino que también ha acentuado la erosión de la cultura literaria; y al mismo tiempo, también como cabría esperar, funciona como celebración de la lectura como parte esencial de la experiencia humana y como reivindicación del libro físico como un objeto lleno de valor simbólico y estético, y capaz de proporcionar más placer al usuario que cualquier ‘ebook’.